José Gato, soldado veterano de Lugo de Sidi Ifni: «Tanto pelear por aquello, para nada»

Antón Grande LUGO

LUGO CIUDAD

Grupo de soldados en Sidi Ifni. Abajo, a la izquierda, agachado, José Gato
Grupo de soldados en Sidi Ifni. Abajo, a la izquierda, agachado, José Gato CEDIDA

Este lucense de 80 años relata su experiencia en los años sesenta en la ex colonia española

22 may 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

José Gato Fernández, a sus 80 años, es un veterano de la vida, pero también lo es de la ex colonia española de Sidi Ifni, a la que llegó en el año 1962, poco después de finalizada la guerra de España contra los nativos rifeños y que produjo multitud de muertos, especialmente en el bando de los nativos de Sidi Ifni. En la antigua colonia permaneció 18 meses haciendo el servicio militar, obligatorio entonces, primero como recluta y luego como chófer en la sección de automovilismo. Allí se encontraban entonces unos 5.000 militares españoles, entre los que se incluían la Legión y un grupo de paracaidistas.

«Los veteranos —recuerda José Gato— nos contaban que cuando fue la guerra, un par de años antes, los lugareños entraron agachados y en silencio, de ahí que en un principio sorprendieran a nuestras tropas. Una vez finalizada la guerra, que más bien fue una guerra de guerrillas continuadas, nosotros teníamos órdenes de hacer la guardia con el mosquetón cargado con cinco balas. Si algo se movía, se le daba el alto, ‘quién vive’; si no respondía, se disparaba al aire primero, y luego, a quien no se identificase».

Francotiradores en la montaña

José Gato, como conductor, fue destinado como chófer del capitán de la guarnición y con él tenía que recorrer diariamente los puestos avanzados para evitar nuevas incursiones. «En las montañas —explica— había diversas posiciones con francotiradores para vigilar posibles ataques. Cada puesto cubría una zona que se unía con la que cubría el siguiente puesto, de tal modo que no quedaba ningún hueco por el que intentasen infiltrarse los rebeldes. Yo tenía que hacer el recorrido de todos los puestos diariamente con el capitán, que les pasaba revista. El peligro estaba fuera de esos puestos de cobertura con ametralladoras, ya que durante la guerra, allí habían actuado grupos de marroquíes organizados y también miembros de su ejército, pero durante la guerra y los meses posteriores se les infligió un buen castigo y, por lo tanto, estaban algo temerosos. A la que más miedo tenían era a la Legión».

José Gato al lado del Jeep con el que patrullaba con su capitán por los puestos avanzados.
José Gato al lado del Jeep con el que patrullaba con su capitán por los puestos avanzados.

Relaciones con la población

Recuerda José Gato que tenían un sargento que era de Viveiro, que había luchado en la guerra de un par de años antes y había sobrevivido, pero era muy poco hablador. Algunos cabos primeros, veteranos también de la guerra, sí comentaban alguna anécdota, pero en general, según afirma este lucense, los veteranos no querían recordar lo que allí había pasado durante los enfrentamientos guerrilleros.

«Por lo que se refiere a las relaciones con la población autóctona —apunta Gato— se puede decir que eran normales, nos llevábamos bien e incluso algunos jefes contrataban a mujeres de allí para las labores de la casa. Yo incluso hice amistad con alguna».

En cuanto a la vida cotidiana, los soldados libres de servicio podían salir de paseo, a un café o de compras durante el día, pero a la noche estaba prohibido salir y había una vigilancia total porque el peligro podía venir, precisamente, de esos montes vigilados, de fuera de esos puestos cubiertos con ametralladoras.

«Si se piensa en las luchas y esfuerzos que en Sidi Ifni tuvieron lugar, por aquellos terrenos que eran totalmente de secano y en los que no se podía cultivar nada, en los que solo se veían arbustos de brezos y cabras, se me hace difícil pensar que al poco tiempo de regresar a Lugo, ya licenciado, se hubiese entregado a los marroquíes. Desde luego, tanto pelear, para nada».