Álex Galán, director: «El conflicto del lobo es entre humanos»

Suso Varela Pérez
suso varela LUGO / LA VOZ

LUGO CIUDAD

El director Álex Galán ayer en el Paso do Miño de Lugo
El director Álex Galán ayer en el Paso do Miño de Lugo carlos castro

Tras un rotundo éxito en Asturias, estrena en los cines de Lugo su documental «Salvajes», una radiografía sobre la supervivencia del rural

20 may 2022 . Actualizado a las 09:21 h.

Álex Galán camina feliz descalzo por el Paseo do Miño de Lugo. El éxito que ha alcanzado en Asturias con su película documental «Salvajes, el cuento del lobo» (lleva tres semanas siendo la segunda obras más vista en los cines asturianos) le ha traído a la capital lucense, donde presentó este jueves en As Termas su documental, que se podrá ver en los cines Yelmo estos días en pases a las ocho de la tarde.

Que se estrene un documental en salas comerciales ya es un éxito, pero es que el tema que recoge en imágenes y sonidos Galán está de máxima actualidad en todo el norte de España, el conflicto de convivencia entre dos especies: el hombre y el lobo, «una lucha continua por ocupar el territorio».

—¿Por qué se interesó por este tema tan concreto?

—Siempre me he dedicado a hacer documentales y he viajado a poblados indígenas de Siberia, Mongolia, Sudamérica... pero me di cuenta de que quizás tenía que fijar la mirada en algo más cercano, y a través del conflicto de relación del hombre con el lobo acabé también ofreciendo la enorme brecha que hay entre lo rural y lo urbano.

—Y el lobo es quizás un ejemplo de esa dualidad.

—Es que el lobo es el animal más odiado por el ámbito rural, y en cambio está idealizado y hay una visión romántica desde la óptica urbana. Entonces me interesé por ofrecer todos los puntos de vista de las personas que tienen que vivir a diario con un entorno donde el lobo está tan presente.

—Pero optó por no recoger en imágenes al lobo en la película.

—Sí, lo hicimos a conciencia porque es un instrumento. En el debate el lobo no tiene nada que opinar, es un animal que hace lo que tiene que hacer. El debate es entre humanos, un debate tan antiguo como la civilización, el de la batalla del hombre para dominar la naturaleza.

—Por eso utiliza la cámara con los personajes, como si estos no lo supieran.

—Conseguir eso supone mucho tiempo. El rodaje duró años. Dormimos y comíamos con ellos con el objetivo de que al final saliese todo lo más natural posible, que las cosas ocurriesen sin improvisar, como cuando pones la cámara ante la naturaleza y esperamos que suceda algo. Eso no lo puedes guionizar.

«No se pueden dictar leyes que afectan a un territorio rural si no se hacen con el consenso de las personas que viven en ese territorio»

—Aunque hay ficción.

—Bueno, ya decimos en el título que es un cuento. Es un documental a medio camino entre la realidad y la ficción, pero cuando apuestas por la verdad consigues naturalidad de los personajes, no bustos parlantes que exponen sus argumentos en contra o a favor del lobo.

—Con el conflicto del lobo uno tiene la sensación de que las decisiones de toman en despachos alejados o de que si el problema estuviese en la ciudad, ya estaría resuelto.

—No se pueden dictar leyes que afectan a un territorio rural si no se hacen con el consenso de las personas que viven en ese territorio. Las zonas urbanas se alejan de lo salvaje para llevar una vida tranquila, pero cuando las gaviotas llegan a la ciudad y molestan en las terrazas, se les ponen límites. En cambio, al mundo rural no se le deja ni se le permite, y parece como si tuvieran que fastidiarse.

—Medidas de conservación pero sin dar contrapartidas.

—Claro, a las personas del rural si has decidido que tienen que vivir en un entorno de máximas protecciones tienes que darles a cambio alicientes. Es que además necesitamos que haya personas en el rural si queremos que se mantengan los ecosistemas, y por supuesto el lobo tiene que existir por su valor natural. Además, si desaparece una ganadería extensiva, se está perdiendo patrimonio.

—La dicotomía mundo rural y mundo urbano.

—Como sucede en «O que arde», de Oliver Laxe. Por eso digo que la película no es asturiana o solo sobre el lobo, es un reflejo del mundo rural. Hace años lo rural y lo urbano tenían un camino que los unía, pero ahora solo es de ida, los habitantes de las ciudades que van de visita de fin de semana, pero a cambio no se están poniendo puentes y muchas personas no se ven representadas.

—Su película sí que un pequeño paso, porque vecinos de los pueblos de Picos de Europa se han acercado a las ciudades a verla.

—Pues sí y ojalá pase igual con los vecinos de las aldeas de Lugo. Hay gente que llevaba más de 30 años sin ir al cine, estaban desenganchados. Algo hacemos mal en las ciudades desde la cultura porque nos mostramos sus inquietudes, no les damos voz.