—En el inicio del confinamiento hubo grupos de personas que comenzaron con ansiedad y se vieron en casa sin hacer nada. Comenzó entonces una falsa percepción que les hizo sentirse aliviados gracias a las tecnologías, que liberaron la dopamina y se sintieron reconfortados. Pero este comportamiento en mucha gente acabó siendo estandarizado, en plan «ya me llega con estar en mi habitación, no necesito salir para tener mi chute de dopamina». Las tecnologías, al principio de la pandemia fueron muy buenas para podernos comunicar con los seres queridos que no podíamos ver, pero si luego no regresas a la vida real, ese es el problema. En Japón ya se da ese fenómenos de chavales que no salen de la habitación.
Tenemos un problema con una serie de chavales que han estado casi dos años sin poder liberarse y ahora no saben gestionar sus emociones
—Le hemos cogido miedo a la calle.
—Es que me he encontrado con casos de padres que para castigar a sus hijos para que no sigan con las tecnologías, les dicen de salir al parque a jugar, porque no quieren salir. Eso tampoco se debe gestionar así porque no es un castigo ir al parque, debería ser un refuerzo. Sí tenemos un problema con una serie de chavales que han estado casi dos años sin poder liberarse y el problema es que ahora no saben gestionar sus emociones. El otro día un chaval me dijo que estaba súper orgulloso porque le había pedido a una chica para salir ¡en persona!. Hemos perdido la capacidad de liberar oxitocina, de crear vínculos afectivos. Y cuando gestionas mal las relaciones suceden otros problemas sociales y sexuales, además se poder sufrir acosos y abusos.
—Pero no será culpa de los chavales.
—Para nada, siempre les digo que son jóvenes y tienen que crecer con problemas. No les puedes pedir a niños o chicos que sean como adultos. Pero el problema de las redes sociales es que por una parte los referentes creo que no siempre son los adecuados, y la información que reciben a través de internet en muchas ocasiones no es la apropiada para su edad. Se tienen que exponer a situaciones para las que no están preparados y reciben datos que son erróneos.
—Aquí viene la eterna pregunta de a qué edad se le debe dejar a un menor el acceso a móviles, tabletas....
—Vamos a ver, la tecnología hay que usarla y aprender a usarla, no darle el teléfono al niño sin más. Ellos aprenden rápido y sabrán utilizar la herramienta en muy poco tiempo. El problema no es el manejo, muy necesario, si no qué es lo que están viendo. Hay que recordarles a los padres que cuando le entregan a sus hijos el chupete electrónico, acaban teniendo acceso a una cantidad de información ilimitada, cuando su cerebro no está preparado para entender la gran mayoría de los datos. Y luego está el problema de la ansiedad que acaban teniendo cuando se les quita el chupete. Ahí aparecen los lloros, las rabietas, la inestabilidad emocional. Volvemos al ejemplo del niño en la tragaperras o al de: «¿Le daría un cigarrillo a un niño?».
—La clave está en que el cerebro no está desarrollado.
—Exacto, pero incluso lo amplío a los adultos porque además tenemos que tener en cuenta que la tecnología avanza mucho más rápido que la evolución del cerebro humano, que no está capacitado para asumir tantos estímulos e información. No le hemos dado tiempo a adaptar el cerebro a las tecnologías. Quizás dentro de mil años, habremos evolucionado y el cerebro sí será capaz de procesar toda la información, pero en la actualidad no, al contrario, hemos involucionado, y por eso hay esa sensación que mucha gente dice de «no doy hecho», y entonces se cometen errores, y eso genera frustraciones.
marta otero
Uno de cada cuatro adolescentes en Galicia utiliza internet y las redes sociales de forma intensiva y sin supervisión, uno de cada cinco podría tener algún enganche a los videojuegos y dos de cada diez podrían estar sufriendo ciberacoso, según el informe presentado este martes por Unicef Comité Galicia: Impacto de la Tecnología en la Adolescencia en Galicia. Relaciones, Riesgos y Oportunidades.
El estudio, elaborado en colaboración con la Universidad de Santiago de Compostela (USC) y el Consejo General de Escuelas Superiores de Ingeniería Informática (CCII), se basa en las opiniones de más de 3.000 adolescentes de 19 centros de Educación Secundaria Obligatoria en Galicia, de los cuales el 90,8 % se conecta a Internet todos o casi todos los días. El 45,6 % usan Internet más de cinco horas diarias durante el fin de semana y el 23,5 % emplea ese mismo tiempo a diario en las redes. Además, el 19,1 % se conecta a partir de las 12 de la noche y el 53, 4 % duerme con el móvil o la tableta casi todos los días. Aquellos adolescentes que hacen un uso problemático de internet o que pueden tener una potencial adicción a los videojuegos tienen menores niveles de integración social y familiar, bienestar emocional y satisfacción con la vida.
Seguir leyendo