La lucense María Sánchez, de trabajar en una empresa informática a ceramista

PAULA ARROJO / M.C. LUGO / LA VOZ

LUGO CIUDAD

ALBERTO LÓPEZ

Esta artesana natural de O Corgo, que fundó hace dos años el taller de cerámica y alfarería Ceniza de Papel, lamenta que actualmente su oficio se considere una simple afición

28 ago 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

La crisis obligó a mucha gente a reinventarse y María Sánchez es un ejemplo de ello. Esta lucense, natural de O Corgo, pasó de trabajar en el departamento de compras de una empresa informática a montar su propio taller de cerámica y alfarería, Ceniza de Papel. «Mi pasión siempre fue el diseño gráfico pero cuando me quedé sin trabajo me surgió la oportunidad de acudir a un curso de cerámica en el CENTRAD, que impartía el ceramista Manuel Fernández López ‘Lolo'. Desde entonces, el oficio me enganchó», confiesa la ceramista.

Esta experiencia supuso el empujón definitivo que Sánchez necesitaba para comenzar su formación en diversas disciplinas artesanales. Se inició con los estudios de Cerámica Artística en la EASD Ramón Falcón de Lugo, para continuar con los de Diseño Gráfico en la misma escuela. «Estudié cerámica por casualidad y al final acabé abriendo mi propio taller, en diciembre de 2019, justo antes de la pandemia», recuerda la alfarera.

Su clientela es variada, desde asociaciones hasta tiendas o particulares, pero todos acuden al taller por el mismo motivo: «No me considero una experta con el torno y las piezas muchas veces no me salen exactamente iguales pero, curiosamente, eso es lo que busca la gente, ese pequeño detalle que convierte cada pieza en algo diferente, es decir, el valor de las piezas hechas a mano», explica Sánchez.

El secado de la pieza es la clave

«Crear las primeras formas cuesta un poco, pero después es como escribir a máquina, la mano se adapta y trabajas más rápido». Así define Sánchez la elaboración de una pieza de cerámica, que es un proceso que aglutina diversos pasos. En primer lugar, se realiza la forma del objeto, para después proceder a su secado, que es la parte más compleja del trabajo. «Cuando hace frío las piezas tardan mucho en secarse, mientras que en verano lo hacen más rápido. La dificultad está en que el proceso de secado tiene que ser homogéneo», detalla la ceramista. El siguiente paso es cocer la pieza, para darle consistencia, luego se le aplica el color y se procede a su segunda cocción.

El proceso de creación de una pieza de cerámica depende de múltiples factores cuya duración es imposible de determinar, de ahí que sea tan laborioso. «Cada cocción dura sobre diez horas, pero el secado de una pieza puede tardar una semana, o incluso más, ya que depende de su grosor y de su material», relata Sánchez.

La técnica de la fotocerámica, basada en el traspaso de cualquier imagen a una pieza, es una de las más utilizadas por esta alfarera. «Las fotos que utilizo son botánicas. Recolecto plantas, las coloco sobre un papel fotográfico, las expongo al sol y obtengo una especie de imagen en negativo, que es la que se traspasa al objeto», explica Sánchez. Para terminar el proceso es necesario usar una impresora modificada para imprimir con pigmento cerámico, porque sino la imagen desaparecería al introducirla en el horno. «La idea principal de esta técnica es aplicar la tecnología en el arte de la cerámica», concluye la ceramista.

No es una afición, sino un oficio

El número de artesanos que actualmente pueden vivir de su profesión es muy escaso en comparación con la situación de hace unas décadas. Sin embargo, la crisis del coronavirus trajo consigo una recuperación de los trabajos manuales y del pequeño comercio. «Los artesanos están poniéndose las pilas y moviéndose por las redes sociales. El interés está resurgiendo y los jóvenes, y no tan jóvenes, están planteándose estudiar estos oficios tradicionales para poder vivir de ellos», afirma la alfarera, quien comparte todas sus creaciones a través de su cuenta de Instagram, @cenizadepapel.

A pesar del creciente interés por las labores artesanales, Sánchez lamenta la concepción actual del trabajo de ceramista: «Muchas veces el arte de la cerámica se considera un complemento o una afición. Realmente es un oficio que requiere de una formación concreta y especializada».

Reduce el impacto ambiental

Otra de las ventajas de la cerámica frente a los productos de fabricación industrial es su escaso impacto energético y ambiental, lo que la convierte en una buena alternativa al plástico. «El barro es duradero y reciclable. Si una pieza se rompe, la vuelvo a utilizar, de la misma forma que también reciclo los restos que pueden quedar en el torno. Además, elaboro todos los objetos desde cero, sin piezas prefabricadas», explica Sánchez.