Las aceras de Redes

Javier Guitián
Javier Guitián EN OCASIONES VEO GRELOS

LUGO CIUDAD

M.MORALEJO

03 ago 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

La aparición de las aceras, en su sentido actual, se sitúa a finales del siglo XVIII, lo que supone un paso en la modernidad de las ciudades al delimitar la superficie de circulación de carruajes y otros vehículos, reservando una parte, no necesariamente alzada, a los peatones. A partir de esa época, las aceras pasan a formar parte de las principales avenidas urbanas generalizándose con el paso del tiempo su presencia en el paisaje urbano.

Resumiendo, la existencia de las aceras, como espacio reservado a los peatones, supone un avance en la construcción de el espacio urbano y su ausencia, o mal uso consentido, refleja el atraso o la incultura. Permitir su ocupación, no reglada, supone un ejemplo de desidia por las autoridades municipales además de un rasgo de mala educación por quienes la invaden.

Pues bien. Muchos de nuestros pueblos, conocidos por su belleza o su entorno sobresaliente, y sometidos a una fuerte presión turística, han reaccionado a la invasión de los espacios peatonales limitando el acceso de vehículos; pueden visitar Peñalba de Santiago en El Bierzo e O Cebreiro en Lugo para verlo. Otros, al contrario, han habilitado áreas temporales de aparcamiento con la misma finalidad sancionando el asedio de las áreas peatonales.

Sorprendentemente otros, y la localidad aresana de Redes es un buen ejemplo, han regresado a siglos pasados abandonando la delimitación y el avance que supusieron las aceras. Pueden acercarse al pueblo y verán como carritos de niños, ancianos y sillas de ruedas circulan por las áreas destinadas a los vehículos y estos invaden las de los peatones, convirtiendo un lugar agradable en un infierno peatonal. Es obvio que esta situación, no exclusiva de este pueblo, atenta contra las leyes que protegen la movilidad de mayores y discapacitados, pero, sobre todo, denotan una concepción antigua y cateta del espacio urbano. La invasión de aceras y vías nos devuelve a un tiempo pasado en el que los ciudadanos son rehenes de los vehículos y en el que son estos los protagonistas de la vida local; el mundo al revés. Hace unos días un amigo nos visitó en Redes, no lo hacía desde hace unos años. Cuando llegó nos preguntó que pasaba, si había ocurrido algo en el pueblo para que los coches invadieran las aceras. Cuando le contesté que eso era lo normal, me dijo aterrorizado: «Que vergüenza. No necesitáis una fiesta que recree el pasado del pueblo, ya habéis vuelto al siglo pasado».