Bajo el actual Balneario los arqueólogos hallaron una sala en la que creen que se calentaba el aire del complejo termal

Lorena García Calvo
lorena.garcia@lavoz.es

En las entrañas del Balneario de Lugo se encuentra una joya arqueológica para muchos desconocida, las termas que los romanos construyeron en el siglo primero después de Cristo, y de las que todavía se conservan magníficos restos. Las espectaculares bóvedas o las aras romanas localizadas en medio de lo que fue una piscina son parte de los hallazgos que durante años han maravillado a todo aquel que visitaba el lugar y que sirven para reconstruir la historia. A este espacio singular, visitable desde hace tiempo, se ha sumado ahora la puesta en valor de la llamada «sudatio», el último hallazgo localizado en el complejo termal.

Un cristal traslúcido sobre el que se puede caminar permite al visitante suspenderse sobre un capítulo de la historia de Lucus Augusti. Allá por el año 2014 una excavación sacó a la luz los restos de lo que para el arqueólogo Francisco Hervés es un complejo que, entre otras cuestiones, servía para calentar el aire y templar la zona abovedada que se encuentra a unos metros, y musealizada desde hace tiempo. «Encontramos los restos de un canal que alimenta el ‘sudatio'. Se trataba de una infraestructura que calentaba todavía más el aire y expedía vapor hacia las zonas abovedadas», describe el arqueólogo.

Los restos musealizados en el Balneario de Lugo
Los restos musealizados en el Balneario de Lugo OSCAR CELA

A ojos de un lego en la materia, lo que se percibe es una serie de restos constructivos romanos en perfecto estado que, gracias a la cuidada iluminación, invitan a zambullirse en el tiempo y a imaginarse a romanos y lucenses de hace dos mil años trabajando y disfrutando en el lugar. Bajo la lupa de los expertos, obviamente, el hallazgo es otra página más de la historia. «Se ven varias cosas. Al fondo hay un muro de opus caementicium, que era el cemento romano, que sellaba la sala completa. Había una sillería de cantería de la que salía un canal de agua caliente que se uniría a otro canal adintelado que era a través del que se canalizaba el aire a las salas abovedadas», describe Hervés.

En la confluencia de esos dos canales en su día se localizaron los restos del horno. A mayores, se puede ver un trozo de la piscina romana que continuaba por lo que hoy es el exterior del edificio y que se encuentra tapada para protegerla del deterioro.

«La piscina y el canal tienen un pavimento de opus caementicium en perfecto estado. A mayores, se localizaron en el muro habitáculos pequeños que posiblemente eran pequeñas bañeras para sudar y que estaban ya casi desmoronadas. Todo el suelo es de un granito maravilloso», abunda el arqueólogo.

El hallazgo, antes de su musealización
El hallazgo, antes de su musealización óscar cela

En muchas ocasiones los especialistas, al trabajar en un hallazgo, se lamentan de que con los sucesivos usos el suelo está muy revuelto, sin embargo, en este tramo de las termas la situación fue la contraria. «Realmente todo este hallazgo se encontró en unas condiciones óptimas porque el suelo no estaba revuelto. En su día aquello había sido la cocina de un destacamento militar y más tarde se instalaron en ese lugar los sistemas de calefacción del balneario, por lo que estaba en muy buen estado», relata Hervés.

Además de las instalaciones romanas, en su día se localizaron restos óseos y de madera de dos mil años de antigüedad que pertenecía a una canalización. Al analizarla, se constató que eran de madera de castaño, lo que permitió confirmar que la especie ya poblaba Galicia hace más de veinte siglos. Todos los miércoles por la mañana todo el complejo romano es visitable.