Un paseo por la historia que solo es posible en Lugo

André Siso Zapata
André S. Zapata LUGO / LA VOZ

LUGO CIUDAD

La piedra es la protagonista de una ciudad que guarda secretos milenarios

14 feb 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Las restricciones sanitarias impuestas por la pandemia durante las últimas semanas han provocado que los ciudadanos de la urbe no puedan salir de ella sin justificación. Para muchos, esto resulta un impedimento a la hora de hacer visitas y aprovechar el tiempo libre, pero lo cierto es que la capital lucense guarda todavía muchos rincones que, aún conocidos, representan una fuente inagotable de relatos y curiosidades dignas de visitar.

Caminando entre siglos

Si alguien de fuera de Lugo piensa en esta ciudad, un elemento acude a su mente con mayor celeridad que ningún otro. La muralla romana de Lugo abraza al casco histórico de la ciudad desde el siglo III d.C. Es, sin duda, la estructura urbana defensiva mejor conservada en toda España de la época romana. Es, de hecho, la única muralla romana que se conserva entera en todo el mundo. Mide más de dos kilómetros en total y nació con cinco puertas de acceso, aunque las necesidades de cada época hizo que se ampliaran hasta las diez actuales, seis de ellas peatonales y cuatro abiertas al tráfico.

Desde hace décadas se viene especulando con que la Muralla se levantó para proteger un bosque sagrado, el «Luc», de ahí Lucus Augusti, lo que explicaría por qué se dejaron fuera asentamientos ya habitados por aquel entonces. La respuesta, por el momento, sigue siendo un misterio.

Descubrir los detalles

A pesar de que el casco histórico pueda parecer monótono, y en concreto las puertas que dan acceso a ella a través de la Muralla, lo cierto es que la historia todavía nos sorprende en la actualidad con circunstancias que pueden parecer asombrosas. La Puerta de Santiago, una de las diez entradas que existen en la actualidad, fue, en el pasado, la protagonista de una pandemia salvaje. Con la actual crisis de coronavirus, la enfermedad del siglo XXI, quizás se puedan tomar algunos apuntes de la del siglo XIV: la peste negra. En aquellos años, la Puerta de Santiago fue la única que permanecía abierta, para reducir al máximo el contacto con la gente del exterior, e incluso tenía un puente levadizo que se erigía sobre el foso, el cual ya no es casi apreciable.

Además, aunque su uso bélico pueda parecer propio de tiempos remotos, en realidad no lo es tanto. En 1837, durante las Guerras Carlistas, se construyó un baluarte defensivo para la ubicación de artillería entre la puerta del Obispo Aguirre y la torre de A Mosqueira. Se le llamó «Reducto de María Cristina».

La Catedral, una mezcla de estilos separados por más de tres siglos

La catedral de Santa María de Lugo es un misterio en sí misma. No se conoce un origen a ciencia cierta, solo especulaciones basadas en documentos de la época, que indican la posibilidad de que una basílica se levantase en ese mismo lugar casi 500 años antes que ella. Se dice que la Catedral actual pudo nacer alrededor del año 1129, cuando el obispo Pedro III encargó su construcción. Desde su inicio, el conjunto fue sometido a decenas de reformas y renovaciones arquitectónicas. El resultado es una mole imponente, hija de varios estilos artísticos (Románico, Gótico, Renacimiento, Barroco y Neoclasicismo), y da la bienvenida a los visitantes que entran en el casco antiguo de Lugo desde la zona suroeste, a través de la Puerta de Santiago.

Entre los elementos más destacados de la Catedral está la puerta norte, de estilo románico, y coronada por un inconfundible Pantocrátor marmóreo y que se encuentra situada bajo un esbelto pórtico gótico. Sobre este lateral descansa la torre del reloj. Del tesoro, como su nombre indica, una de las partes más importantes de la Catedral, solo se conservan algunos elementos tras el saqueo llevado a cabo por las tropas napoleónicas en el año 1809. Posee una destacada colección de cálices de los siglos XV al XIX. El retablo mayor es una de sus joyas, y fue realizado por Cornelis de Holanda. Durante el terremoto de Lisboa sufrió daños, motivo por el cual se encuentra divido en varios fragmentos. Sin embargo, la pieza más importante de la Catedral es la Puerta Norte, formada por un pórtico construido por orden del obispo Pedro Ribera en el año 1500, y se considera uno de los más importantes de toda España.

Monumentos racionalistas y zonas verdes, visitas obligadas del centro

Lugo no es solo historia antigua. En el siglo XX, fueron muchos los avances que se pusieron en marcha en la capital provincial para intentar adaptarse al cambio de los tiempos. La arquitectura, sin embargo, siguió siendo la protagonista.

Aunque para muchos, incluso para los propios lucenses, el diseño de la ciudad amurallada puede pasar desapercibido si no se pone la mirada en él, lo cierto es que la urbe cuenta con muchas edificaciones que vale la pena visitar. Aunque hayan estado siempre ahí, puede que no se las haya valorado lo suficiente.

En plena década de 1920, el joven pontevedrés Eloy Maquieira puso sus pies por primera vez en la ciudad de Lugo. Quien le iba a decir que casi un siglo después iba a ser recordado como el gran arquitecto moderno de la historia de Lugo, y que el racionalismo que llevaba por bandera iba a cambiar la percepción de la ciudad para siempre. Un ideario, aquel racionalismo, que apostaba por la funcionalidad, las formas geométricas, los materiales industriales, la luz... Una manera de entender la arquitectura que rompía radicalmente con el Lugo de la época. Él fue el pionero de un movimiento que serviría para diseñar, por ejemplo, el antiguo Sanatorio Portela, hoy sede del Instituto Nacional de Estadística en Lugo. Este edificio, un emblema de la ciudad desde su nacimiento en el año 1946, se caracteriza por su estilo discreto, útil y, claro, racional. Para muchos, representa el último intento de Lugo de convertirse en una urbe vanguardista, a pesar de que finalmente fue engullida por el rápido paso del tiempo.

Otro ejemplo es la Casa Roca, en la Praza Maior. En el pleno centro de Lugo, pasa desapercibida a pesar de su belleza y diseño simplista, obra del mismo Eloy Maquieira en el 1.935. Destaca el diseño circular de su esquina, además de la amplitud de su ventanal, que forma una galería idéntica para cada altura. Son varios vestigios de lo que fue un Lugo de hormigón armado, que recogió la influencia de artistas como el francés Le Corbusier.

El Parque Rosalía de Castro, un lugar emblemático con un siglo de historias a sus espaldas

Es imposible, estando en Galicia, no encontrar una calle, plaza o jardín dedicado a la escritora Rosalía de Castro, una de las figuras más ilustres de la literatura nacional. Uno de los casos más representativos es el del parque que lleva su nombre en pleno centro de Lugo. Aunque, en origen, este parque de 23 hectáreas de superficie se llamó parque de Alfonso XII.

Situado extramuros de la muralla romana de Lugo, y construido sobre los años 20 del siglo XX, es uno de los parques más emblemáticos de esta ciudad. El inicio del proyecto fue acordado por el Concello el dos de julio del 1921, incluido dentro de un plan de higienización y renovación de las zonas verdes de Lugo. Su avance fue gracias al alcalde Ángel López Pérez, conocido por este tipo de políticas urbanísticas, y el Parque de Rosalía terminó siendo uno de sus legados más importantes. Su construcción se dilató mucho en el tiempo, hasta casi el año 1927. El lugar ha cumplido varias funciones desde su inauguración, como sede de un quiosco de música, área de ocio y, desde hace casi cien años, escenario oficial de los paseos vespertinos de varias generaciones de lucenses.

En la actualidad, hay un centro ornitológico y un espacio con especies singulares. Muy llamativo es el estanque con aves acuáticas. También se encuentran varias pajareras cerradas con un típico palomar que guarda una maqueta de la geografía física española.

Paseos y bosques, un reducto de tranquilidad en medio de Lugo

En una de las zonas más jóvenes de la ciudad, debido a la presencia de universitarios en sus viviendas, el parque de Fontiñas representa un reducto de tranquilidad en medio del bullicio de los estudiantes. Perfecto para un paseo agradable, inmersos en un paraje natural cercano al centro de la ciudad. Está en el entorno del Río Rato, algo desatendido en los últimos tiempos pero ideal para desconectar del ruido de la urbe lucense. Representa, junto al la Carballeira de Fingoi, dos lugares frecuentados por estos jóvenes cuando todavía se podían reunir. Casi 30 años después de su estreno, es uno de los lugares preferidos de los estudiantes para realizar fiestas al aire libre.