Protocolos estrictos y máxima información son las herramientas que rigen los operativos

lorena garcía calvo
lorena.garcia@lavoz.es

En el antiguo cuartel de Garabolos se asienta el parque municipal de bomberos de Lugo. Un servicio que en el año 2020 realizó cerca de 600 intervenciones y en el que trabajan 48 personas. Cada vez que en su centralita suena el teléfono, instantáneamente todos los engranajes del parque se ponen en funcionamiento. Es como un reloj suizo perfectamente engranado que no se permite ningún margen de error.

En la centralita, también llamada cuerpo de guardia, es donde se reciben las llamadas del 112, de la Policía o de los vecinos. El bombero que se encuentra en ese momento recepcionando los avisos recopila la información y la traslada al responsable de turno, que a su vez activa lo que llaman el tren de salida. Es decir, los vehículos y los efectivos que se desplazan a la intervención.

Todo esto sucede en cuestión de un segundos. No hay tiempo que perder. Con el equipo en marcha, durante el trayecto el jefe de turno repasa los roles que tendrá cada bombero, se acomodan los trajes de protección especial que vayan a necesitar para esa intervención (no es lo mismo ir a un accidente que a un incendio industrial) y continúan recopilando información.

Vista del cuarto de primera intervención y de los equipos de comunicaciones
Vista del cuarto de primera intervención y de los equipos de comunicaciones ALBERTO LÓPEZ

Durante el desplazamiento de sus compañeros (que en ciudad ronda los 5 minutos), el bombero de guardia en la centralita intenta recabar más datos que puedan ayudar al equipo a hacerse una composición de lugar de lo que van a encontrarse. Por ejemplo, si en esos escasos minutos obtiene información de qué modelo de vehículo ha sufrido el accidente, podrá revisar su ficha en el sistema informático y así contar a los compañeros los puntos en los que pueden hacer cortes en la chapa de forma más efectiva y segura.

Cuando el equipo desplazado llega al lugar donde se ha declarado la emergencia, no dejan nada al azar. Lo primero que hacen es colocar los vehículos de forma que protejan la llamada zona caliente. Así aseguran ese espacio y evitan males mayores.

A partir de ahí ya comienza la fase propiamente dicha de la intervención. Ya sea sofocar un incendio, excarcelar personas atrapadas en vehículos, rescates, etc. Este es el momento de más tensión y más concentración de todo el operativo. La adrenalina fluye a tope, pero las mentes se mantienen serenas. Así es como logran controlar la emergencia. Luego se finaliza el trabajo y se restablecen las condiciones. Tras eso regresan al parque de bomberos.

De vuelta en Garabolos, todavía queda trabajo que hacer. Revisar el material, repostar, chequear los tanques, repasar la intervención y cubrir la parte administrativa. Ahí finaliza la intervención y el equipo ya estará listo para el siguiente desafío.

En la centralita recepcionan las llamadas
En la centralita recepcionan las llamadas ALBERTO LÓPEZ

Un turno en el parque: comprobaciones, gimnasio, maniobras y formación

Cuando empieza el turno en el parque de bomberos de Lugo, arrancan 24 horas de calma tensa. Porque en cualquier momento puede llegar el aviso que rompa la monotonía. Si esto no sucede, los días siguen un ritmo establecido.

Lo primero que hacen los bomberos por la mañana es revisar todo su material. Comprueban que los vehículos tengan combustible, que los equipos de respiración estén cargados, que los sistemas de comunicación funcionen, que los equipos de protección especial estén dispuestos... Así, parte por parte. Finalizada esta tarea, toca realizar maniobras de entrenamiento siguiendo distintas tipologías de ejercicios. Unas veces ensayan su intervención en accidentes, otras en extinción de incendios, otras en rescates... Se trata de estar en perfecta sintonía para cuando toca entrar en acción.

A mediodía es la hora de la comida. En cada turno suelen ir rotando a los mandos de la cocina, aunque eso depende de cada grupo. Y por la tarde, toca volver a exprimirse. Es hora de la actividad física en el gimnasio. Trabajo duro para mantenerse en forma. Cuando esto finaliza, aprovechan el tiempo para reponer materiales u otras tareas cotidianas. Y todo esto, sin perder de vista la formación, que es la herramienta perfecta para incrementar la seguridad.

Este sería el planing de un día tranquilo en el parque de Garabolos. Bien es cierto que la realidad suele tomar el mando y las emergencias rompen a diario ese equilibrio.

Carga de las botellas de oxígeno
Carga de las botellas de oxígeno ALBERTO LÓPEZ

Una plantilla de 48 efectivos que hace turnos de 24 horas

El parque de bomberos de Lugo cuenta con 48 trabajadores de los 56 que recoge la relación de puestos de trabajo del Concello. De esos 48 bomberos en activo, 18 se incorporaron en diciembre del 2019, casi el 40 % del servicio. Cada turno, que dura 24 horas, está integrado por nueve personas (un cabo, que es el responsable, y ocho bomberos).

Cada vez que se enfrentan a una intervención, es el responsable de turno el que decide cuántos efectivos han de ir. No se necesita el mismo personal para retirar un nido de velutinas que para sofocar un incendio. En los sucesos que a priori son más graves, sale la dotación de primera salida, es decir, un número amplio de bomberos listos para actuar. Ante situaciones especialmente graves, el parque moviliza además a los bomberos que están de descanso.

El parque móvil de los bomberos lucenses está compuesto por ocho vehículos
El parque móvil de los bomberos lucenses está compuesto por ocho vehículos ALBERTO LÓPEZ

Unas instalaciones que fueron cuartel y un parque móvil amplio

El parque de bomberos de Lugo heredó la sede de un antiguo cuartel que con el paso del tiempo fueron adaptando a sus necesidades. En la planta baja se sitúa la centralita, donde reciben las alertas. También el gimnasio, algo vetusto pero equipado con todo el material necesario para entrenar a diario. También está la sala de carga de los equipos de respiración autónoma, donde llenan las botellas de oxígeno que utilizan en las intervenciones, los vestuarios, las taquillas y el llamado cuarto de primera intervención, el lugar donde el equipo de guardia tiene preparada todo su equipo para salir.

Pero las instalaciones del parque no acaban ahí. Arriba se encuentran el comedor y los dormitorios, y fuera se erige la torre de maniobras en la que realizan las prácticas de extinción y rescate en altura. También disponen de un túnel de humo para ensayar en espacios confinados.

El parque móvil

A nivel de medios, dispone de nueve vehículos de diferentes categorías. De extinción, cuentan con dos autobombas urbanas ligeras, una de las cuales es un vehículo de rescate, una bomba urbana pesada y una bomba nodriza pesada con capacidad para 10.000 litros que emplean cuando acuden a incendios en los que no saben si tendrán acceso al agua.

Para intervenciones en altura, los bomberos de Lugo cuentan con dos autoescaleras, una de hasta 40 metros y otra de 30, y un autobrazo extensible de unos 25. Además, disponen de un furgón de útiles varios y de una unidad de mando.

Miguel López es el sargento jefe del parque lucense
Miguel López es el sargento jefe del parque lucense ALBERTO LÓPEZ

 Miguel López: «Este es un trabajo basado en la confianza en tus compañeros»

Miguel López (Lugo, 1980) lleva casi media vida en el parque de bomberos de Lugo. Fue su primer destino y desde hace un año ejerce como sargento jefe del servicio.

-¿Cómo describiría el parque de bomberos de Lugo?

-Este es un parque muy renovado. En diciembre del 2019 entraron 18 personas, el 40 % de la plantilla, y mucha gente tiene menos de 40 años. Podemos decir que tenemos una plantilla relativamente joven.

-El suyo es un trabajo en el que el equipo lo es todo.

-Si, este es un trabajo muy basado en la confianza en tus compañeros. De ahí la importancia de tener un grupo sano, dinámico y sin controversias. Aquí remamos todos en la misma dirección.

-¿Cuál es la parte más dura y la más agradecida?

-La más dura son las condiciones de riesgo que asumimos en algunas intervenciones y la mejor es saber que tu trabajo contribuye a mejorar la seguridad de las personas y salvar vidas.

-Conviven a diario con el riesgo. ¿Cómo se prepara uno?

-No hay preparación, supongo que acabas naturalizándolo. La costumbre acaba dando normalidad a las situaciones. Un día aquí puede ser muy estresante o más relajado, pero de alguna manera tu cuerpo está en alerta. Cada vez que suena el teléfono te activas.

-Hacen falta nervios de acero.

-Tienes que saber convivir con esas situaciones de estrés. Nosotros trabajamos en el caos, en las situaciones peligrosas. Creo que es una profesión que tiene un porcentaje importante de vocación, generalmente tienes ese ánimo de ayudar. La gente cuando ve llegar a los bomberos ve su oportunidad para salvar una situación. Pero a la vez nosotros partimos de que lo primero es adaptar la seguridad a la intervención.

-¿Cuáles son los retos del parque?

-Seguir trabajando en una línea que permita mejorar las condiciones de seguridad de los ciudadanos, fomentando la formación de la plantilla, tratando de recuperar la totalidad de los efectivos (56) e incorporando equipos que ofrezcan mayores niveles de protección y seguridad en los siniestros.