Los Reyes Magos visitaron Lugo

Lorena García Calvo
Lorena García Calvo LUGO / LA VOZ

LUGO CIUDAD

Lorena García Calvo

Más de un centenar de niños les esperaban en una respetuosa cola en la Horta do Seminario

05 ene 2021 . Actualizado a las 21:24 h.

Los Reyes Magos cumplieron con la tradición y, antes de dejar los regalos en casa, visitaron a los niños de Lugo en dos plazas de la ciudad. Lo hicieron, eso sí, desde la distancia y con mascarilla. Porque los protocolos anticovid rigen incluso para magos como los de Oriente. Sus Majestades llegaron a la ciudad de la Muralla sobre las once de la mañana. En lugar de las tradicionales carrozas y el boato de otros años, en esta ocasión se desplazaron en dos coches clásicos, un Simca Ariane del 63 y un Chévrolet Bel Air del 55 que la asociación de Clásicos del municipio les cedió para la ocasión.

Cuando Sus Majestades aparecieron por la gélida Horta do Seminario, ya había más de un centenar de niños haciendo cola a pesar de que el termómetro a duras penas pasaba de los cuatro grados. Con tres músicos de O Xeito amenizando la mañana, y tras ser recibidos por parte de la corporación lucense, Melchor, Gaspar y Baltasar tomaron asiento en sus tronos, situados sobre un pequeño palco, y los niños, uno a uno, fueron desfilando ante ellos, saludándoles y haciéndose fotos. Todo, desde una prudencial distancia.

En esta ocasión, las cartas con los deseos no se entregaban en mano, sino en un buzón real habilitado para la ocasión y que se fue llenado poco a poco con cartas en las que no faltaban ni las muñecas, ni las consolas ni los patinetes.

Por la tarde, ya en Augas Férreas, la escena se repitió, pero con más gente y con el añadido de que se podía ver en directo la oficina postal real. Desde primera hora de la tarde se formó una cola (con una distancia prudencial) siguiendo el perímetro de la plaza, y poco a poco niños y padres, que también charlaron con los pajes reales, pudieron saludar a sus Majestades y hacerse la foto de rigor, con más de metro y medio de separación. Aunque en la fila se escuchaba a alguna madre explicándole a su pequeño que para el año ya podría volver a ver a su rey preferido más de cerca, los niños vivieron con normalidad la cabalgata estática de la pandemia. Quizás con la mente puesta en los regalos que de noche, los Sabios de Oriente, dejarían en sus casas. Porque todos coincidían en que se habían portado bien.