Protesta

Emilio Rodríguez Pérez LA VOZ / LUGO

LUGO CIUDAD

12 ago 2020 . Actualizado a las 14:13 h.

o sé si lo recordarán ustedes, pero hasta hace cinco meses remataba cada jueves la columna recurriendo al «buenos días». Si no me leen —sabia decisión—, o lo hacen de manera ocasional, obvia refrescarles la memoria. Natural. Ahora bien, si se han leído con carácter regular mis ocurrencias, se habrán podido preguntar por qué ya no aparece el «logotipo» al pie. O no. Sea como fuere se lo cuento y que concluya cada cual lo que le plazca o si le trae al pairo este trivial recurso al pataleo.

Fue el cabrón del virus, compañeros. Y pásenme por alto el exabrupto, se lo ruego, pero desde que anda suelto me despotrica en arameo hasta el aliento. Y es que el día a día de esta mísera condena me tocó. Me desfondó. Leer La Voz cada mañana y encontrarme con la cifra era tremendo. Demoledor. Según datos oficiales, solo en Lugo 29 se nos fueron. Ya he vivido en carne propia el latigazo ?quién no?; pero esta saña, esta forma de arrearnos, este paredón masivo…, qué crueldad. Cuán cruel forma de expresarse esta Naturaleza nuestra que contempla de igual forma muerte y vida. Cuán cruel forma de avisarte, de decirte: «La propina, pollo. Sigan a lo suyo». Sería conveniente tomar nota.

La vida no es tan bella como dicen, ¿no es cierto, compañeros? Le ves el lado pútrido cuando suceden estas cosas y maldita gracia que te hace clausurar lo escrito con un hipócrita saludo; tan falso e hipócrita como el aire que respiro. Así que mientras esta pesadilla siga viva, mientras no tengamos bajo cuerda a ese maldito virus con vacuna o lo que sea, me lean o no me lean, desde el alto les confirmo: yo no acabo la columna con el «buenos días». Dicho queda.