Turistas en Lugo: «No tenemos miedo al virus porque las medidas de control son muy estrictas»

LUGO CIUDAD

Los visitantes que llegan a la ciudad de la Muralla lo hacen para estancias cortas

09 ago 2020 . Actualizado a las 19:43 h.

Noches frescas, pasado romano y un entorno natural a un paso del centro. Entre las características que convencen a los turistas para acercarse a Lugo no hay rastro de miedo, en un momento en el que los contagios por covid-19 repuntan en el país. Sienten que la normativa sanitaria se cumple y se cuidan de eludir las aglomeraciones. Algunos llegan desde otras ciudades para pasar un día aquí y otros se hospedan en casas rurales desde las que darse un salto a la Muralla.

«No tenemos miedo al virus porque las medidas de control son muy estrictas», explica Richard, alojado en Guntín junto a su mujer Tine. Holandeses y residentes en Valencia, han venido a Galicia por primera vez después de conocer Asturias el año pasado. Huían del calor y les sorprendieron los 30 grados, pero dicen estar satisfechos con las noches frescas.

La temperatura es lo que están obligados a tomarse todos los días los 50 jóvenes de toda España que participan desde el 1 de agosto en un campamento que recorre el Camiño de Santiago y que recaló ayer en Lugo. Además de un equipo de 12 monitores, una médico los acompaña y supervisa cada día que no haya ningún síntoma de covid-19. Duermen en pabellones, en los que guardan entre ellos la distancia de seguridad.

Sin aglomeraciones

«Intentas no estar donde no hay aglomeraciones, pero en todas partes, no solo cuando viajas», explica un hombre de Madrid, acompañado por sus dos hijos. Se hospedaron en A Coruña y en su viaje de regreso decidieron hacer una parada en Lugo para conocer la Muralla. En su trayecto, dicen haber comprobado cómo el cumplimiento de la normativa sanitaria es escrupuloso. No han visto ningún mal comportamiento a su paso por Galicia.

Disfrutar de un paisaje totalmente diferente y de una temperatura más fresca es lo que buscaba una familia de Almería y unos amigos de Gran Canaria, con los que cada año organizan una escapada en agosto. Para hospedarse, siempre eligen una casa rural en la que estar más en contacto con la naturaleza y más aislados, un aspecto que este año les permite además alejarse de las aglomeraciones y reducir el riesgo de contagio. Algunos llegaron en sus coches y otros en avión, donde la compañía había intercalado asientos libres entre los pasajeros. «Vemos bastante movimiento de turistas, pensamos que habría menos, pero es normal, estamos tranquilos, confiados», dice una de las mujeres del grupo, que se quedará nueve días.

Días repartidos

Gurutze y Eduardo dejaron abiertos algunos flecos de su viaje. En su primera vez en Galicia, decidieron instalarse primero cinco días en A Coruña y aunque su idea era repartirse los otros diez días de los que disponen entre Pontevedra y Ourense, están a la espera de que pueda surgir alguna novedad relacionada con el covid-19. «Al venir en nuestro coche, siempre te puedes volver más fácilmente», explica ella.

A su paso por Lugo y sorprendidos con unas temperaturas que superaban los 30 grados, aseguraban no haber experimentado en ningún momento una «sensación de inseguridad» por la crisis sanitaria. «Tomamos las mismas medidas que si estuviéramos en casa, no debería haber problema», concluían.

Languidece la opción con menos contacto en la ciudad

El deseo de cumplir la normativa sanitaria de manera estricta y reducir al límite el contacto con grupos de personas ajenos al círculo más próximo hizo pensar que los pisos turísticos experimentarían en el mes de agosto un repunte de la demanda. Sin embargo, esto no ha sido así y muchos se encuentran vacíos y registran cancelaciones cada día.

«Aínda que esto sexa un establecemento máis seguro, o volume de viaxes decendeu. Traballamos con moito visitante internacional e toda esa xente non está», explican desde Apartamentos Turísticos Guillermo. Consideran que las reservas están «sobre un castillo de naipes», porque la realidad es «volátil» y hacer previsiones a corto o medio plazo resulta «inútil». Abiertos desde el 11 de mayo, no registraron la primera reserva hasta el 27 de junio. «Agosto era o mellor mes con diferencia, pero este ano vamos a traballar para cubrir gastos», señalan.

«Agosto témolo baleiro», afirman en Apartamentos López, en Sarria. En el mismo mes del año pasado, sus alojamientos estuvieron 24 días ocupados. «Non temos reserva ningunha e polas plataformas tampouco nos chegou ningunha», indican.

«La gente que recibo me dice que se siente más segura en un apartamento para ellos solos que en un hotel o lugar donde deban compartir con otras personas»

Rubén comenzó con pisos turísticos que oferta en Airbnb hace dos años en la ciudad de Lugo y advierte un año «muy flojo» en comparación con el anterior. Pese a que la demanda es baja, sus huéspedes sí le transmiten la preferencia por un espacio para ellos solos y sin interactuar con otros. «La gente que recibo me dice que se siente más segura en un apartamento para ellos solos que en un hotel o lugar donde deban compartir con otras personas», afirma.

«Mi experiencia es que ha estado muy parado, julio perdido completamente y agosto a medio gas», asegura Roberto, con un apartamento en la red Airbnb.

Manuel, otro de los propietarios que utiliza en Lugo el servicio de esa web para alquilar inmuebles a turistas, señala que registra una ocupación en agosto del 40%, cuando el año pasado estuvo al 100%.

La ciudad cuenta con 122 viviendas de uso turístico, según cifras del Registro de Empresas y Actividades Turísticas (REAT) de Turismo de Galicia. El municipio lucense que más alojamientos de este tipo tiene es Foz , con 325.