Fallece Inés Rivadeneira, una de las más grandes voces gallegas

César Wonenburger

LUGO CIUDAD

Rivadeneira, interpretando «Carmen» en la plaza Mayor de Madrid
Rivadeneira, interpretando «Carmen» en la plaza Mayor de Madrid

La mezzosoprano debutó en «Doña Francisquita» junto a Alfredo Kraus, compañero de actuaciones memorables

05 ago 2020 . Actualizado a las 19:54 h.

La mezzo gallega Inés Rivadeneira, que el pasado mes de noviembre había cumplido 91 años, falleció el pasado domingo en su domicilio madrileño tras una larga enfermedad. Rivadeneira, una de las grandes intérpretes del rol de Carmen antes de que Teresa Berganza se apropiara del personaje de Bizet, tuvo una carrera brillante, con hitos como la grabación de El amor brujo de Manuel de Falla dirigida por Igor Markevitch o las numerosas zarzuelas que registró bajo la guía del legendario Ataúlfo Argenta, entre otras, una modélica Verbena de la Paloma.

En Galicia esta intérprete, nacida en Lugo, era ya casi una desconocida, algo nada raro en una comunidad que suele despreciar a sus grandes artistas: tampoco el tenor de la Costa da Morte, Ignacio Varela, o las sopranos Ofelia Nieto, María Luisa Nache y Ángeles Gulín, todos en el Olimpo de la ópera, son reconocidos aquí como se merecen. Su recuerdo permanece imborrable sobre todo para aquellos que por edad aún rememoran sus actuaciones en los festivales de Amigos de la Ópera de A Coruña, especialmente su extraordinaria interpretación de Ulrica en Un ballo in maschera de 1967 al lado del ilustre barítono Manuel Ausensi, compañero en numerosas actuaciones.

Teatro de la Zarzuela

Considerada una de las grandes cantantes españolas de la segunda mitad del siglo XX, Rivadeneira acompañó a Alfredo Kraus en su debut madrileño, en 1956, con Doña Francisquita (éxito que ambos repetirían en A Coruña casi un año más tarde), un acontecimiento que el Teatro de la Zarzuela de Madrid recuerda desde anoche en sus redes como homenaje a la intérprete. En ese mismo escenario participaría más adelante en el estreno de la única ópera de Joaquín Rodrigo, El hijo fingido.

Otros hitos de su carrera fueron su intervención en la célebre integral de las sinfonías de Beethoven con Argenta, así como sus actuaciones en roles principales en las temporadas de ópera españolas (fundamentalmente en el Liceo barcelonés) junto a algunos de los más reconocidos cantantes de la época como Montserrat Caballé, Carlo Bergonzi, Richard Tucker, Victoria de los Ángeles, Ruggero Raimondi, Piero Cappuccilli o Pedro Lavirgen.

Retirada de los escenarios por decisión propia antes de que su voz anunciara declive, después de unos conciertos en el Reino Unido, incluido el Royal Albert Hall londinense, la artista se convirtió en una de las primeras catedráticas de la Escuela de Canto madrileña, donde no solo tuvo como alumnos a cantantes líricos sino también a algunos célebres actores. José Sacristán preparó con ella su debut en el musical El hombre de La Mancha. Y la almodovariana Rossy de Palma recordaba en el 2010, cuando intervino en A Coruña en la recordada producción de Davide Livermoore de La hija del regimiento, que «era la mejor profesora de canto que se pueda tener y soñar».

Uno de sus alumnos, el profesor coruñés Julián Jesús Pérez, publicó el año pasado la única biografía de la artista. Inés Rivadeneira, una vida para el canto es sobre todo, como señaló su autor durante el acto de presentación que Amigos de la Ópera programó en octubre en A Coruña, «un acto de justicia». En su monografía, Pérez glosa las mejores cualidades de la artista: «Perfecta dicción, amplitud de registro con rotundos graves y brillantes agudos, expresividad que se acomodaba en los caracteres fuertes, cualidades actorales innatas, gracia, energía y desenvoltura en escena…».

Embelesada por la «fala»

A pesar de que su carrera transcurrió sobre todo en el resto de España y en Europa, estrenando obras de García Abril, Esplá, Santa-Cruz, … nunca olvidó sus orígenes, y en sus recitales solía incluir canciones gallegas. «Siempre llevo alguna en mi carpeta para cantarlas en cuanto puedo, pues observo que gusta en todas partes (…) pero no solamente sus cantos tienen música, la posee la dulce ‘fala’ de sus gentes, que yo cuando paso por aldeas me paro embelesada a escuchar su cadencia», dijo en una ocasión.