Los brotes verdes del Lugo

CARLOS RODRÍGUEZ

LUGO CIUDAD

Juanfran, dirigiendo su primer entrenamiento
Juanfran, dirigiendo su primer entrenamiento Alberto López

El triunfo ante el Numancia deja buenas sensaciones en el equipo de Juanfran

02 jul 2020 . Actualizado a las 20:17 h.

No hay mayor premio en el fútbol que la victoria. Los tres puntos son el botín más preciado para cualquier conjunto. Aunque, si el entrenador es nuevo y el equipo atraviesa una mala racha, el premio parece cobrar todavía más valor. Tienen mucho que ver ahí las famosas sensaciones de las que tantas veces se habla en fútbol, un condicionante imposible de cuantificar, pero con una relevancia trascendental para el devenir de una temporada. Las que dejó ayer el Lugo, con más oficio que brillo, son buena prueba de ello.

La actitud

Al término del encuentro, Juanfran destacó en rueda de prensa que eran los jugadores los que lo habían hecho todo. Ciertamente, parece difícil cambiar la imagen de un equipo en 24 horas, el tiempo que tuvo el nuevo entrenador desde que su fichaje fue anunciado oficialmente hasta que el balón echó a rodar a orillas del Miño. Sin embargo, el carácter que los jugadores mostraron desde el minuto uno, dejan ver que, al menos en el aspecto motivacional, el papel del nuevo míster sí que ha tenido algo que ver. Si hay algo destacable con respecto a la actitud del Lugo es la motivación con la que los jugadores saltaron al campo. Solo así se explica que, un equipo al que le cuesta tanto abrir el marcador anotase el primer gol en el minuto 10. Podría ser cuestión de azar, pero la idéntica salida al campo en la segunda parte demuestra que los rojiblancos tenían claro el mensaje: salir a presionar muy arriba al equipo rival.

Además de esa agresividad mostrada por los once jugadores al saltar al campo en el primer y segundo tiempo, también llamó la atención la concentración durante los 90 minutos. Si el Numancia buscaba el envío largo, allí estaba El Hacen para hacerse con el control de la situación por arriba. Si el mauritano no llegaba, Marcelo Djaló y Peybernes estaban esperando para actuar y tirar por tierra cualquier intento de ofensiva numantina. La solidez del Lugo por el carril central llevó al equipo visitante a intentar atacar por las bandas.

En los flancos, la situación fue desigual: mientras Iriome cumplía bajando a echar una mano a Campabadal, el peor de la defensa ante el Numancia, a Rahmani le costaba más bajar a apoyar a Kravets. Quizá el extremo franco argelino fue el eslabón más débil en el entramado de presión de los locales, donde incluso la dupla de delanteros desempeñó una encomiable labor de presión. El mismo compromiso demostraron los cinco jugadores que ingresaron en la segunda parte, especialmente Fernando Seoane y Carrillo.

Vacuna de goles

Casi nueve meses llevaba el Lugo sin anotar tres goles. En los últimos años, nunca ha sido un equipo muy goleador, pero esta temporada, la situación estaba siendo dramática. Ante el Numancia, el Lugo no consiguió generar una gran cantidad de acciones de peligro, pero su altísima eficacia de cara a puerta le permitió ganar el encuentro. Habrá que seguir trabajando la producción de acciones ofensivas, pero será mucho más fácil con unos atacantes que, gracias al partido ante los sorianos, deberían estar cargados de moral. Rahmani, muy intermitente en tareas defensivas, destacó en el ámbito ofensivo al lanzar los balones parados que precedieron a los dos primeros goles. A su vez, Manu Barreiro volvió a celebrar un gol, algo que no hacía desde noviembre de 2019 y que seguro lo llenará de moral de cara al tramo final. Carrillo, que entro en el 85, también sale reforzado tras anotar un golazo para cerrar el partido. Juanfran tiene ahora un bendito problema, el de tener que decantarse con qué atacantes salir de inicio ante el Alcorcón.

La estrategia

El partido, marcado notablemente por las interrupciones, permitió vislumbrar la mano de Juanfran para el balón parado. Los dos primeros goles nacieron precisamente con jugadas de esta naturaleza. El primero de ellos derivó en el penalti que acabó transformando Manu Barreiro. El segundo fue un centro medido a la cabeza de Marcelo Djaló. Además, en las acciones de saque de esquina a favor, los jugadores dejaron un par de jugadas de laboratorio en las que, además de una estrategia trabajada, se notó una vez más la concentración de los rojiblancos.

Líder Seoane

No está atravesando Fernando Seoane su mejor temporada en el Club Deportivo Lugo. Durante años indiscutible en las alineaciones, el centrocampista desempeña ahora un rol bien diferente en la plantilla. Pese a todo, demostró una vez más por qué juegue lo que juegue y pasen las temporadas que pasen, siempre será un ídolo para los lucenses. El capitán entró en el 55 para sustituir a Jaime Seoane y, cuando más cansado estaba el equipo, ejerció como un verdadero líder, asfixiando a los jugadores rivales cuando movían el balón en el campo del Lugo. A sus 37 años, sigue siendo un ejemplo de compromiso y sentimiento de orgullo por lucir este escudo. Si todos sus compañeros luchan como él, será difícil que este equipo no esté en Segunda la próxima temporada.