
El gobernador civil anunciaba una oferta a dueños de edificios adosados
05 may 2020 . Actualizado a las 05:00 h.Desde su construcción, hace unos 1.700 años, no ha habido en Lugo época que no haya estado relacionada con la Muralla, protagonista o escenario de variados acontecimientos. El siglo XX se cerró con su declaración como Patrimonio de la Humanidad, lo que suponía la culminación de un largo proceso cuyo avance no fue uniforme.
La Muralla que hoy forma parte del paisaje cotidiano de los lucenses y parte imprescindible de las visitas de los turistas tiene una imagen exterior relativamente reciente. Conviene recordar que hasta las últimas décadas del siglo pasado había casas pegadas a los muros exteriores y que su demolición se llevó a cabo con un nombre contundente: el proceso fue denominado Operación Muralla Limpia.
Hace ahora 55 años, el propósito empezaba a desarrollarse. En las páginas de este periódico se informaba de que se trataba de una «guerra incruenta» y que se había hecho una oferta a los dueños de las viviendas: la cantidad total destinada era un millón de pesetas, según se citaba en esa misma noticia.
Pasaron casi siete años antes de las demoliciones. La primera, el 28 de abril de 1972, fue la de una vivienda próxima a la Porta Nova. Se fijaba entonces un plazo de un año para la ejecución de unos trabajos en los que al coste material se le habían añadido otros. Incluyendo justiprecios e indemnizaciones a afectados, la inversión total era de 114 millones de pesetas.
Ese día de 1972 fue definido por el gobernador civil, Eduardo Rupérez del Gállego, como una jornada histórica. Entre los responsables de organismos que asistieron al primer derribo estaba Ramón Falcón, natural de Castro de Rei y entonces subdirector general de Bellas Artes. Su intervención en la Operación Muralla Limpia resultó decisiva hasta el punto de ser citada en un homenaje de 1973: en marzo ese año fue nombrado presidente de honor del Centro Gallego de Madrid junto con Leopoldo Calvo-Sotelo y Bustelo, que años después accedería a la presidencia del Gobierno y al que se le reconocía su papel al frente de la Sociedad para el Desarrollo Industrial de Galicia.
El derribo de las casas puso a la Muralla en mejores condiciones en vísperas de un señalado acontecimiento, el bimilenario de la ciudad. En 1965, al informar del comienzo del proceso que acabaría con la demolición de más de medio centenar de edificios, en La Voz de Galicia se recordaba que así se compensaría a la construcción de «tantas afrentas» que había recibido. 44 años antes, en 1921, este periódico publicaba una nota en la que se recogía el malestar de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, que criticaba el derribo promovido por el Ayuntamiento.
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