Madelo se mudará a Gondomar con su nueva familia en los próximos días

María Guntín
María Guntín LUGO / LA VOZ

LUGO CIUDAD

Óscar Cela

Su inseparable Pablo, el voluntario de la protectora que lo apadrinó, lo llevará hasta su nueva casa

13 dic 2019 . Actualizado a las 20:46 h.

Pablo Vázquez no puede contener las lágrimas de la emoción. Tras una dura campaña para intentar conseguir un hogar para Madelo, este perro que lleva seis años en la Protectora de Animales y Plantas de Lugo se mudará a Gondomar con su nueva familia. Allí lo esperara Isabel González, una mujer de 74 años y su marido. «Al leer la noticia de La Voz en el Facebook, vi a Pablo y a Madelo y pensé que ese perro tenía que venirse para aquí», explica. Isabel lo habló con su marido y, entre los dos, decidieron darle una nueva oportunidad a este perro.

En principio, Pablo será el encargado de llevar a Madelo hasta la casa de Isabel en Peiteiros, Gondomar. «Lo invitaré a comer y nos sacaremos una foto», cuenta ella, ilusionada con la llegada del nuevo animal. También asegura que el joven voluntario que ha hecho posible la adopción podrá ir de visita siempre que quiera.

Naturaleza y libertad

Madelo tendrá una finca de 1.500 metros por la que correr y convivirá con un pastor alemán que tiene la familia. La iniciativa de acoger al perro tiene que ver con que, hace poco más de un mes, una perra de Isabel falleció. Después, el pastor alemán dejó de comer y empezó a entristecer. Isabel espera que con la llegada de Madelo aparezca el hambre y también las ganas de jugar.

«He tenido perros durante toda mi vida. Y todos mayores. El problema es que nadie los quiere porque buscan cachorros, pero yo tengo 74 años y, aunque sé educar a los animales, prefiero que sean algo mayores», cuenta Isabel, que está segura de que Madelo hará de su casa un hogar tras muchos años en la protectora lucense. Ella y su marido se encargarán de darle la mejor comida y compañía posibles.

«El perro es viejo si tú le haces viejo. Yo, con la que me murió, estuve hasta el último minuto porque no quise dejarla sola», añade Isabel. Ella es una de las pocas personas que se fijó en la mirada de Madelo y confió en darle una nueva oportunidad lejos de los caniles y rodeado de campo y tranquilidad.

Por otra parte, Pablo derrocha alegría. «Pensé que se iba a morir en la protectora. Estoy muy emocionado y aún me cuesta creerlo. Esta es una noticia maravillosa», añade este voluntario. Suyo es el mérito de que Madelo estrene hogar y compañía.

La protectora, sin teléfono

En las últimas semanas, varios lectores contactaron con La Voz como posibles adoptantes de Madelo. Todos coincidían al decir que en el teléfono facilitado en la información (el de la protectora) nadie respondía. Lo mismo le ocurrió a Isabel, que estuvo tres días intentando contactar con la entidad. Desde la dirección explican que los problemas de cobertura son constantes en la zona y que, habitualmente, las adopciones se solicitan a través de la web oficial. También aseguran que tratarán de solucionar el problema y que en ningún momento se trató de entorpecer la salida de Madelo, si no que más bien, todo lo contrario. Desde la protectora trasladan sus disculpas y explican que también se puede contactar a través del correo electrónico.