Alfredo Labajjo

ANTÓN GRANDE

LUGO CIUDAD

12 oct 2019 . Actualizado a las 16:23 h.

Hay días en que uno no gana para disgustos. El pasado lunes, como es habitual, abro la jornada con una revisión de correos en el teléfono. El primero que me encuentro me dice que se ha muerto Alfredo Labajjo, no sé si más pintor que bohemio, pues entre ambas cosas transcurrió su vida.

Con Alfredo veníamos comiendo José Cora y yo al menos una vez al mes, cuando no eran dos. Él se encargaba de fijar la fecha, siempre un par de días antes, y el lugar, en Friol o en Crecente, algo que no discutíamos, pues en los últimos tiempos no estaba para viajar y mucho menos conduciendo él, de ahí que su amigo Puchi lo había convencido para que vendiese el coche. Desde entonces pasó a ser usuario de taxi y cliente de su amigo Farras, taxista en Friol, que se convirtió en su hombre de confianza y quien, por desgracia, lo encontraría muerto desde hacía días, tirado en el suelo y devorado en parte por las alimañas.

La última comida que celebramos los tres fue a finales de junio, para despedir el curso hasta después del San Froilán. Alfredo estaba flojo, como últimamente, le costaba bastante caminar y moverse, pues tenía problemas de locomotricidad, pero seguía teniendo la cabeza lúcida, con su tono coñero y su excelente memoria, de ahí que muchas comidas se convirtiesen en un recordatorio de viejas amistades, actos, personajes, su primo Tino Grandío o sus correrías por Madrid.

Precisamente, en la capital de España, hace unos tres decenios aproximadamente, mientras que me encaminaba con Currinche por la calle Carretas a tomar unas gambas en El Abuelo apareció, para rematar el grupo, Alfredo Labajjo. Hubo gambas, vino y no quiero recordar cómo terminó la jornada madrileña.

A finales de junio, tras el yantar y buena sobremesa, nos despedimos hasta después del verano. José y yo regresamos a Lugo mientras que él se fue con su taxista Farras camino de su casa. No pensé que fuese la despedida última. Que la tierra te sea leve, amigo. Te echaremos de menos, como mínimo, una vez al mes.