El acusado de abusar de sus sobrinas echa la culpa a «una mano negra»

Carlos Cortés
carlos cortés MONFORTE / LA VOZ

LUGO CIUDAD

El procesado, de espaldas, frente al tribunal que lo juzga en Lugo
El procesado, de espaldas, frente al tribunal que lo juzga en Lugo Eliseo Trigo

El procesado negó en el juicio que hubiese agredido sexualmente a las niñas

04 oct 2019 . Actualizado a las 20:56 h.

El hombre al que sus cuatro sobrinas acusan de haber abusado de ellas cuando tenían nueve años lo negó todo ayer durante el juicio que se celebró por este caso en la Audiencia Provincial de Lugo. La Fiscalía pide para él condenas que suman 32 años de cárcel y la acusación particular eleva su petición a 43 años de prisión. Los hechos que denuncian las sobrinas sucedieron entre los años 1996 y 2012. Según las denunciantes, los abusos empezaron en todos los casos cuando cada una de ellas iba cumpliendo los nueve años.

El procesado declaró en la vista oral del caso para negar todas las acusaciones. Él asegura que nunca abusó de sus sobrinas y, según informa la agencia Efe, atribuye este caso a que las denunciantes actúan aleccionadas por alguien que quiere perjudicarle, una «mano negra» a quien no llegó a identificar. «Están bien aleccionadas por alguien», añadió

El sospechoso no quiso contestar a las preguntas que llevaba preparadas la acusación particular, pero sí respondió a la fiscal, a quien aseguró que ni siquiera se había quedado nunca a solas con las niñas y que tampoco tuvo más contacto físico con ellas que el habitual en una relación familiar.

Por lo demás, el procesado aseguró que no supo que lo habían denunciado hasta que lo fueron «a buscar a casa» y dijo que no llegó a ponerse en contacto con ellas después de eso para pedirles explicaciones. Sí lo hizo, aclaró, la mujer del procesado y tía de las denunciantes.

La sentencia la dictará la Audiencia de Lugo, pero el caso fue instruido por el juzgado de Monforte porque los hechos que relatan las denunciantes sucedieron en ese partido judicial. Según las acusaciones, el procesado aprovechaba momentos en que se quedaba solo con las pequeñas para manosearlas o frotarse contra ellas, según los casos. Con algunas lo tuvo fácil porque en su momento era el encargado de atenderlas algunos fines de semana.