El Concello cerrará el párking de Ánxel Fole a finales de octubre

l.g.c. / m.c. LUGO / LA VOZ

LUGO CIUDAD

Carlos Castro

El aparcamiento, con 370 plazas, lleva 29 años en un limbo difícil de legalizar

13 sep 2019 . Actualizado a las 20:03 h.

El Concello de Lugo, concretamente la tenencia de alcaldía, en manos de Rubén Arroxo, ultima un decreto por el que cerrará el párking ubicado en la calle Ánxel Fole, en pleno casco histórico, y próximo a la puerta de la estación. La medida se prevé que sea efectiva a finales del mes de octubre, de manera que para el San Froilán todavía estaría en funcionamiento.

El cierre del párking responde a una cuestión legal, ya que carece de licencia y, a día de hoy, es imposible que la consiga, ya que las normas que rigen esa zona, encuadrada en el área Pepri, no son compatibles con la edificación actual. El Concello ya había valorado en varias ocasiones el cierre del párking, que cuenta con tres sótanos y una planta más en superficie, pero hasta la fecha nadie había intervenido para cumplir con la normativa.

El aparcamiento de Ánxel Fole dispone de un total de 370 plazas y es uno de los más socorridos de la ciudad.

Un aparcamiento que pecó de querer ir con la ley

Corría el año 1990 cuando el Concello de Lugo concedió la licencia de obra a los hermanos Mazoy (padres) para promover la construcción de un párking en la calle Ánxel Fole. Pero al tratarse de una obra al lado de la Muralla necesitaron también el visto bueno de la Xunta, de Patrimonio y excavaciones arqueológicas. Muchos trámites que hicieron que las obras no comenzasen hasta el 1998.

Un año antes había entrado en vigor el Pepri, el plan urbano que rige el interior de la Muralla, y una norma en la que ya no encajaba en el aparcamiento. El Pepri creó una unidad de intervención en esa zona, entre las calles Progreso, Nóreas, Teatro y la Muralla, denominada uno, y esas áreas establecen que no se pueden conceder licencias sin previamente desarrollar urbanísticamente la unidad. Es decir, se estaba ejecutando una obra con una licencia que ya no encajaba en la norma, pero al mismo tiempo la ley establece que una obra tiene que realizarse tal y como establece la licencia concedida en su momento. Primera gran contradicción.

El caso es que los promotores continuaron con la edificación hasta que tuvieron conocimiento de que el recién nacido Pepri marcaba una calle justo donde estaban construyendo las rampas de bajada para el aparcamiento. Entonces informaron a la Xunta y le propusieron de forma voluntaria mover la ubicación de las rampas y así adelantarse a los problemas. Para cuando se construyese la calle, las rampas ya estarían en el lugar adecuado. La Xunta le dio el visto bueno y también comunicaron el cambio al Concello, si bien este no llegó nunca ni a autorizar ni a ordenar ese cambio de ubicación. Sí redactaron los promotores el obligario plan de reforma interior de la unidad (Peri), que tanto Concello como Xunta aprobaron. Este es uno de los argumentos a los que los impulsores del aparcamiento se agarran, apuntando a una ilegalidad de las administraciones.

El proyecto final

Al finalizar las obras del párking, los promotores redactaron el proyecto de fin de obra en el que ya constaba la nueva ubicación de las rampas. Cuando se lo presentaron al técnico municipal, este consideró que era una modificación demasiado importante como para ser aprobada a posteriori, por lo que para validarla, necesitaban pedir una nueva licencia que recogiese la nueva ubicación de las entradas. Y ahí empezó el principio del fin. Ya no era posible obtener la nueva licencia dentro de la unidad uno a causa del Pepri.

Los propietarios intentaron legalizar el párking desde ese momento, pero sin éxito ya que no se puede dar licencia de obra sin desarrollar previamente la unidad, y esto no es nada fácil. Si se desarrollase y se repartiesen los porcentajes de terreno correspondientes entre los distintos propietarios, respetando la de los Mazoy sobre el párking, no sería suficiente para la distribución.

Desde el 2015, tras una denuncia de la Policía Local, el Concello apostó por cerrar el párking para evitar la ilegalidad, pero hasta el próximo octubre no se ejecutará el cierre. A la hora de buscar alternativas, una sería dividir la finca en dos partes o hacer una unidad especial de desarrollo del Pepri, siempre y cuando los servicios jurídicos del Concello lo aceptasen. Pero mientras, los problemas de aparcamiento en el caso histórico parece que pueden agravarse.