«Renuncié a ir a las Olimpiadas del 84 para no perder mi trabajo»

dani cabo LUGO / LA VOZ

LUGO CIUDAD

ALBERTO LÓPEZ

El exboxeador es dueño de una empresa de talleres que lleva más de 25 años en Lugo

16 jul 2019 . Actualizado a las 22:13 h.

Miki Sánchez tenía 14 años cuando se subió por primera vez a un ring. Su amor por el boxeo es innato aunque no cuenta con precedentes en su familia. Tras muchos años y cientos de combates, el lucense dejó de competir en 1991 para dedicarse en cuerpo y alma a su empresa de mecánica. Más tarde, volvería a las competiciones entrenando al que sería campeón del peso medio nacional en el 2016, el también gallego Alberto Piñeiro, Piña.

-¿Cómo fueron sus primeros pasos en el boxeo?

-De niño me gustaba, pero no sabía dónde entrenar. Fui al único gimnasio que había, en el viejo pabellón de los deportes. Me entrenaba David Márquez, que era el preparador. Con 14 años debuté en el campeonato nacional de Melilla.

-Con solo 3 meses de preparación.

-Sí. El boxeo se me daba bien y me gustaba. Tenía mucha ilusión, algo básico. A raíz de eso, dio comienzo mi trayectoria deportiva.

-Empezó siendo amateur.

-Me pegué con todos los boxeadores nacionales. Noventa y tres peleas en nivel no profesional. Perdí solo cuatro y dos de ellas fueron por abandono.

-Llegó a codearse con los más grandes en el ámbito nacional, ¿Pudo vivir del boxeo?

-Sí. Estuve a punto en el 84. El seleccionador nacional, Palenke, me llamó para ir a las Olimpiadas. Una semana antes renuncié. Ir a Los Ángeles suponía estar meses fuera, lo que hubiese significado perder mi puesto de trabajo. Tuve que elegir. Fue una decisión complicada. Más adelante me volvieron a llamar para un campeonato internacional y lo rechacé.

-En 1991 estuvo a punto de ganar el campeonato de España profesional en Lugo.

-En el 91 tuve que pelear contra el mejor, que era Javier Castillejo. La gente que me rodeaba no lo supo gestionar. Había intereses económicos y se celebró un combate en el que sabía lo que iba a pasar desde el primer momento. Fui con una ceja abierta y con ocho puntos en ella. En el cuarto asalto me vine abajo moralmente y la ceja acabó peor de lo que estaba.

-Poco después dejó de competir.

-Sí. Llega el momento en el que uno tiene que decidir entre su profesión y el boxeo. Fue muy duro, pero me vi muy agobiado. Tengo mi empresa y no era capaz de atender todo. Recuerdo que después del combate contra Castillejo tuve una oferta de Atocha para participar en un triangular con los mejores de España. Me ofrecían una buena cantidad económica, pero cuando quedaba un mes, la rebajaron en gran medida. Fue ahí cuando decidí dejarlo.

-¿Se arrepiente de haberlo dejado?

-No. Hoy, muchos años después, creo que tomé la decisión acertada. Tengo mi empresa y me va bien. El boxeo es un deporte de contacto, puedes lesionarte y no volver a competir. Existe esa incertidumbre y no sabrías qué hacer después.

-El boxeo es un deporte de gran desgaste físico. ¿Cuáles fueron sus lesiones más importantes?

-Las lesiones más habituales las sufría en las cejas, como en la pelea por el título nacional contra Castillejo, en la que combatí con ocho puntos en ella y acabé con más de veinte. Sin embargo, recuerdo que me rompí dos veces la mandíbula. Una fue en Portugal y la otra en Coruña. En su día no me recuperé del todo bien de la primera vez.

Origen. Nació en Lugo en el año 1964

Trayectoria. Boxeador desde los 14 años. Subcampeón de España a nivel profesional. Entrenador del Piña

Situación actual. Es dueño de una empresa de talleres

«Entrenar al Piña fue una de las mayores satisfacciones de mi vida»

Fue en el 2017 cuando Alberto Piñeiro recogería el premio que lo nombraba como el mejor deportista lucense del año. Fue el reconocimiento al trabajo duro. En esa misma gala celebrada en el auditorio Gustavo Freire, el deportista anunció su retirada definitiva del boxeo. En la actualidad, El Piña medita seriamente volver a los rings haciendo funciones de entrenador.

Miki Sánchez, centrado actualmente en el buen funcionamiento de su empresa, nunca olvidará aquella etapa como preparador del joven Piñeiro. Fue una época de reencuentros, de hablar con viejos amigos que había conocido años atrás y, sobre todo, de muchas emociones hasta lograr el ansiado cinturón.

-¿Qué fue lo mejor de aquella etapa como entrenador?

-Entrenar al Piña fue una de las mayores satisfacciones de mi vida. Se puede decir que tenía clavada ese espinita de no haber ganado el campeonato de España a nivel profesional. Cuando él se hizo con el cinturón de campeón, yo me sentí partícipe de igual forma.

-¿Estaría capacitado hoy en día para volver a boxear?

-Con la edad que tengo es imposible. En este sentido el boxeo es similar a otros deportes como puede ser el fútbol, por poner un ejemplo. La edad para competir es limitada y corta. Implica mucho desgaste.

-¿Que significa para usted el boxeo?

-Para mí lo es todo. Nació conmigo y me gustó desde pequeño. He pasado media vida con este deporte. Lo que me molesta es no poder estar más metido en el mundillo. Me apasiona.