Un San Antonio con administrador y peto de ánimas blindado para evitar que le roben

Xosé Carreira LUGO / LA VOZ

LUGO CIUDAD

OSCAR CELA

Un vecino de Saa, de 82 años, acude todos los días a retirar las limosnas que le dejan sus numerosos devotos

14 feb 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Siete robos en menos de una semana. Con semejante estadística, en Santiago de Saa (muy cerca de Lugo por la carretera de Portomarín) no llegaban los candados para garantizar que nadie hurtase las limosnas de San Antonio en el peto de ánimas que hay en la peligrosa curva de Vilamoure. Pero se acabó el pillaje e el momento en el que un vecino ideó, hace ya algún tiempo un rudimentario sistema de blindaje de la caja de las monedas que funciona con tanta seguridad como la caja fuerte de cualquier banco.

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Benedicto Castro Varela, va camino de los 82. Es muy conocido en la parroquia. Tuvo aserradero, molinos y, desde hace 22 años, en su currículo figura un nuevo oficio: administrador del santo. Desde su jubilación, y de eso ya hace mucho, se ocupa de acudir al mini santuario a recoger la recaudación que los incondicionales del santo dejan habitualmente. «Xa era una tarefa que facía meu pai e que eu continúo», destaca este vecino. En la parroquia nadie duda de que este es el hombre ideal para ese cometido porque tiene su casa muy cerca del peto que, según la inscripción que conserva perfectamente, data del año 1923.

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San Antonio tiene tantos seguidores que no hay día en el que no tenga varias velas encendidas o flores frescas. Además le llevan figuras de cera y alguien también depositó en el verja metálica del altar un pequeño muñeco de terciopelo. Y eso que no hay muy buen sitio para parar en la curva en la que ya fallecieron bastantes personas en accidentes de tráfico. Entrar en ella sin controlar la velocidad puede suponer acabar en el río Vilamoure.

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Benedicto Castro atiende a San Antonio y el santo cuida de él. «Xa vou camiño dos 92 e haberá por aí cinco anos deume unha especie de infarto. Estiven ingresado polo menos cinco días, pero vou ben», repasó este vecino de Saa que, en esos momentos, confiesa, se acordó de su santo. Le echó un cable.

No pasa un día en el que Benedicto vaya al mini santuario y, de paso que hace las funciones de administrador, retirando el dinero de las limosnas para ponerlo a salvo de los ladrones aprovecha para hacer limpieza de ramos y centros de flores secas o recoger los restos de las velas ya quemadas.

El octogenario no ganaba para disgustos. Los ladrones iban antes que él, forzaban el candado de la caja de las limosnas y se llevaban el dinero. «Sete veces na mesma semana houbo que cambiar o cadeado. O que xuntaba o santo non daba para pagar os novos. Pero un veciño ideou un sistema de caixa blindada de aceiro cun un sistema de apertura único. E acertou!», destacó.

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