Juzgan a un agente por insultar y coaccionar a la jueza De Lara

La Voz LUGO / LA VOZ

LUGO CIUDAD

OSCAR CELA

La acusación particular pide dos años de cárcel y una multa económica

17 ene 2019 . Actualizado a las 15:44 h.

Un guardia civil se sentó ayer en el banquillo de los acusados del juzgado de lo penal número uno de Lugo por desprestigiar a la que fue magistrada titular del Juzgado de instrucción número tres en Lugo, Estela San José, e insultar «gravemente» a la jueza Pilar de Lara, la magistrada encargada de la instrucción del caso Pokémon (que investiga una presunta trama en adjudicaciones de administraciones públicas). Por estos presuntos delitos la acusación particular pidió dos años de cárcel y una multa económica para el agente.

El acusado se sometió a la vista para responder de supuestos ultrajes y «amenazas» a la titular del juzgado de instrucción número uno de Lugo proferidos a través de un foro vinculado a una asociación profesional de guardias civiles. En su declaración, el agente reconoció que participaba en el foro con diferentes nicks pero que en ningún momento había insultado a las juezas. En este sentido, indicó que se limitaba a responder a los foreros a modo debate, si bien sospechó que entre esos participantes se encontraban las magistradas.

PRADERO

Manifestaciones bien diferentes fueron las de Estela San José y Pilar de Lara, que declararon como testigos en la vista. La primera, que declaró por videoconferencia desde los juzgados de Huelva, negó que escribiera bajo ningún seudónimo en ese foro y se mostró segura de que los comentarios que publicaba el agente se dirigían a ella. «Este señor atacó a mí persona e intentaba destrozar mi imagen. Todo empezó por un tema profesional y él no respetó el papel que yo desempeñaba», declaró San José.

Por su parte, Pilar de Lara, indicó que decidió denunciar al usuario que participaba en el foro por hartazgo. Indicó que jamás había escrito en ese foro y manifestó que los mensajes que el agente vertía en el foro iban dirigidos hacia su persona.

El foro en el que intervenía el acusado de proferir injurias y calumnias estaría relacionado con la operación Carioca, el caso sobre una red de prostitución y corrupción instruido también por De Lara, y, al parecer, ella habría entrado a visualizar el contenido del mismo. Entonces el guardia la habría reconocido, procediendo a insultarla y amenazarla. «Además, incitaba a otros participantes para que echaran más porquería sobre mí y dañar mi imagen», manifestó la magistrada.

Pero el juicio celebrado ayer no fue solo por un caso de «injurias y calumnias», sino también por acoso y coacciones. En este sentido, Pilar de Lara declaró que se sentía observada y vigilada por este agente, llegando a tenerle pánico. Una declaración que ratificó después su esposo, que también declaró como testigo. «Tuve que cambiar mis rutas y mis hábitos», dijo. Un cambio de costumbres que según la magistrada llevó a cabo a raíz de las publicaciones y formas de actuar del acusado, algo que al entender de su abogado es «aterrador», puesto que supone «un ataque insoportable a la propia libertad de la persona.

Pero el agente no es el único acusado por esta causa. Hay otro varón que según la acusación particular también participaba en el foro con el ánimo de desprestigiar la actuación profesional de la magistrada titular del Juzgado de instrucción número 1 de Lugo. Supuestamente, este hombre redactó y público en los foros varios mensajes bajo el nick «nohayjusticia». Se trata de un vecino de Mieres que fuera juzgado por la magistrada y enviado a prisión en el Principado y con el que se topó un día en Mieres cuando la jueza estaba en una heladería. Pilar de Lara indicó que recibía múltiples llamadas de este hombre y mensajes con graves insultos. «A ambas personas les tenía pánico porque veía que eran dos personas obsesionadas conmigo. Y la locura colectiva es una enfermedad», indicó De Lara.

La acusación particular pide dos años de cárcel y una multa económica. La Fiscalía impone a ambos acusados la pena de doce meses de multa con una cuota diaria de ocho euros con responsabilidad personal subsidiaria en caso de impago.

«Les tenía pánico porque veía que estaban obsesionados», declaró la jueza