«Lo prioritario era encontrarla antes de que se echara la noche encima»

Tania Taboada

LUGO CIUDAD

TANIA TABOADA

Dos guardias del cuartel de Portomarín hallaron con vida en menos de dos horas a una septuagenaria que se desorientó

25 dic 2018 . Actualizado a las 18:08 h.

Es bastante inusual que personas de avanzada edad, residentes en pequeñas aldeas rodeadas de zonas boscosas, desaparezcan y se encuentren con vida. Por desgracia, lo habitual es que tras la denuncia de su ausencia se active el protocolo de búsqueda y a pesar del intenso rastreo acabe, curiosamente, apareciendo días después fallecida en las inmediaciones de su vivienda. Por ello, lo ocurrido el pasado día seis de diciembre se convierte en uno de esos casos excepcionales y una buena parte del final feliz se debió a la pericia de dos guardias del cuartel de Portomarín. 

Eran las cinco y cuarto de la tarde del día seis de diciembre cuando los agentes Javier Vigo (Sabadell, 1972) y Carlos Carreira (Lugo, 1969), que realizaban su ronda habitual de vigilancia, fueron requeridos por el agente del COS (Centro Operativo de Servicios) de la Guardia Civil de Lugo. Les alertaba de que Inés M. G, una vecina de Monterroso, de 74 años de edad y con diversos problemas de salud, entre ellos alzhéimer, había desaparecido. «La central nos ordenó que nos desplazáramos al lugar de Tarrío de Buxergos, en el concello de Monterroso, porque una vecina se encontraba en paradero desconocido. Estaba a punto de caer la noche, hacía una hora que su hijo la echaba en falta y actuar rápido era fundamental. Dejamos la ronda de vigilancia y en quince minutos estábamos en la zona. Lo prioritario era encontrarla antes de que se fuera la luz porque si se echaba la noche encima tendríamos que esperar a que amaneciese y podía ser tarde», explican estos dos guardias, que actuaban siguiendo las instrucciones del agente de la central.

Sentada en unas piedras

Cuando estaban de camino al lugar, a la altura del punto kilométrico tres de la carretera LUP-3306, Javier Vigo percibió entre la maleza una persona. «¡Para, para, que hay una señora entre matorrales y piedras!», alertó, por lo que rápidamente bajaron del vehículo oficial y se dirigieron al lugar. «La mujer no recordaba su nombre. Estaba desorientada y sentada en unas piedras con un bastón. Llamamos a la central y le comunicamos que teníamos a una señora con las características de la desaparecida. Le pedimos al agente del COS que contactara con el alertante para que se desplazara hasta el kilómetro en el que nos encontrábamos y confirmase si era ella. Al poco tiempo llegó su hijo y confirmó que era ella. Le ofrecimos llamar a la ambulancia para que recibiera asistencia médica pero no quiso», explican estos guardias, que contabilizan en unos cuatro kilómetros el trayecto recorrido por la señora desde que partió de su casa.

No es la primera vez que esta vecina de Monterroso, que reside sola, abandona su casa y echa a andar. En varias ocasiones fue rescatada en las inmediaciones de la vivienda y fue por ello que no hizo falta denunciar su desaparición, pero en las circunstancias del otro día, su hijo, que reside en la capital lucense, decidió dar la voz de alerta a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, momento en que Guardia Civil y GES de Monterroso salieron en su rescate.

Cuando nos encontramos ante una persona desaparecida, que los servicios de emergencia sepan la indumentaria que viste la víctima, contar con una fotografía de la misma e iniciar inmediatamente la búsqueda es algo fundamental para contribuir a un buen desenlace.