«El chaleco amarillo es una bandera»

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El profesor del campus cree que en Francia hay una rabia social contenida y sin respuesta

18 dic 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Max Jean Zinx es profesor ad honorem de la USC en la Facultade de Humanidades del campus de Lugo. Antropólogo y politólogo, vivió diez años en India como estudioso de la sociedad indú. Asimismo estuvo cuatro meses en Washington invitado por el Wodrow Wilson Center for Scholars para estudiar en los archivos diplomáticos de EE.UU. en temas referentes a India, China y Pakistán y es un amplio conocedor de la sociedad de su país, Francia.

-¿Qué está pasando en Francia?

-Una cosa muy nueva, importante y popular. La verdad es que nunca hemos visto una cosa así porque es el resultado de un movimiento de dos o tres décadas.

Hay una rabia social contenida y el sistema no podía dar respuestas porque el sistema era de alternancia izquierda-derecha pero realizando ambos la misma política. Como consecuencia, hubo una desafección, la gente pasó de votar y por lo tanto, la abstención fue alta; luego se produjo un movimiento no dirigido por partidos o sindicatos sino por cualquier grupo, o sea, vino de la gente.

-¿Y la elección de Macron?

-Ciertamente fue muy rara porque fue con dos votaciones. En la primera, cuatro candidatos se destacaron, Macron el primero pero solo con el 24 por ciento de los votos, a muy poca distancia de sus seguidores. En la segunda votación, Macron ganó contra Le Pain con un 66 por ciento pero la abstención fue muy importante, además de la cantidad de votos nulos y blancos que hubo. Solo cuatro sobre diez franceses votaron por Macron.

-Pero ofrece la impresión de sentirse fuerte en el mandato.

-Está actuando como si tuviese un gran apoyo y está informando al país de forma brutal, lo que llevó a la gente a la calle. «Macron, dimisión» fue el grito más escuchado y que nunca los franceses lo utilizaron con otros presidente, ni con De Gaulle, Sarkozy o Hollande.

-¿Puede haber infiltrados radicales entre los chalecos amarillos?

-El gobierno dijo que había infiltrados de la extrema derecha pero no es cierto porque muchas personas que fueron detenidas, no eran ni de extrema derecha ni de izquierda, eran simplemente indignados.

-La presencia de mujeres es notable en las manifestaciones.

-Es un detalle curioso que en este movimiento participan muchas mujeres y desde luego, cuando la lucha cuenta con tantas mujeres, es difícil que pare. La revolución de 1789 empezó con una marcha de mujeres hacia Versalles y así seguimos en Francia.

-¿Qué futuro le ve a este movimiento de protesta?

-Desde luego que el movimiento va a continuar porque los franceses están pidiendo una demostración y desde su inicio, hace cuatro semanas, los planteamientos iniciales han ido cambiando y las peticiones, aumentando porque el gobierno no ha dado una respuesta sino que ha permanecido en silencio. La subida sobre la tasa del diesel fue el inicio pero al descubrir que sólo el 19 por ciento era destinado al apartado ecológico, que era la disculpa de la suba, y que el resto eran impuestos, se empezó a protestar también por el sistema de impuestos y, sobre todo, por la medida que tomó Macron de bajar los impuestos a las grandes fortunas que eran quienes le habían pagado su campaña. Esta rebaja suponía unos 4.000 millones de euros, justo lo que se pretendía recaudar con el gasóleo. No hay que olvidar además que las revoluciones comienzan siempre contra la injusticia social, en Francia, en Rusia, India, etc. de ahí que los chalecos amarillos añadieron otras reivindicaciones como la política industrial o el aumento del salario mínimo. Desde luego, hay una rabia social a la que el gobierno no ha dado una respuesta inmediata.

-¿Es extrapolable a España este movimiento francés?

-La revolución no se exporta aunque esto que pasa en Francia puede ser un ejemplo de lucha en otros países. El chaleco amarillo, por ejemplo, surgió porque los primeros en protestar con la subida del gasóleo eran conductores que tenían estos chalecos y porque además, el amarillo daba visibilidad a la masa. En España puede que se utilice este símbolo, porque el chaleco amarillo es una nueva bandera, pero las protestas aquí irán encauzadas en otra dirección puesto que los problemas españoles son diferentes.

-España, como otros países europeos, se ha sumado a la presencia de la extrema derecha lo que podría llevar a un aumento del movimiento de los chalecos.

-Lo veo difícil porque Vox es un movimiento con éxito en Andalucía en donde la sociedad es patriarcal y autoritaria. Andalucía es, en estos momentos, un laboratorio político para Europa. Desde luego, no veo a Vox en Galicia, al menos con representación, porque aquí la sociedad es muy diferente. Que pueda tener presencia, es posible pero que logre representación parlamentaria, lo dudo.