Tópicos y leyendas sobre la prostitución en el barrio chino

María M. Guntín, M.C. LUGO / LA VOZ

LUGO CIUDAD

OSCAR CELA

Las mujeres piden normalización en un país en el que cuatro de cada diez hombres recurren al sexo de pago

20 jul 2018 . Actualizado a las 13:31 h.

Hay cifras que hablan por sí solas. Cuatro de cada diez hombres pagan por tener sexo en España, según datos del Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad. Las prostitutas de A Tinería en Lugo reivindican su trabajo, piden respeto y exigen la legalización de su profesión.

La legitimación es un debate y una reivindicación histórica, algo que piden por unanimidad las prostitutas que ejercen en Lugo. Exigen unas condiciones dignas, poder darse de alta en la Seguridad Social y que se produzca una normalización social por parte de todos los ámbitos. El derecho a estar protegidas dentro de un marco legal y a no ser discriminadas es algo que debería ser innato a todas las personas, sin olvidar a aquellas que, por la profesión que ejercen, están en riesgo de exclusión social.

El respeto es un pilar básico para ellas. «Cuando salen los niños del colegio nos metemos en casa por respeto a sus padres y abuelos, que saben cómo nos ganamos la vida», declara una de las chicas. A cambio, piden un poco de comprensión y poder caminar por la calle sin tener que aguantar miradas indiscretas, que la gente las señale y escuchar palabras que nadie desearía oír.

Normalidad y limpieza. Este es el ambiente que está presente en algunas de las viviendas en las que estas mujeres hacen su trabajo. En A Tinería, algunos de los pisos tienen un servicio de limpieza contratado, que está incluido en el alquiler que pagan las prostitutas.

Habitaciones acondicionadas, sábanas limpias, preservativos, papel de cocina y jabón son algunos de los elementos que se encuentran en las entradas de estas casas. En otras de las viviendas son las propias trabajadoras sexuales las que se encargan del mantenimiento y cuidado de sus viviendas, que también están en buenas condiciones.

Las prostitutas también inciden en que se lavan asiduamente, después de cada cliente. Y que se hacen controles médicos completos y de forma rigurosa cada seis meses.

Acoso

Timbrazos a altas horas de la madrugad que terminan en insultos, cristales rotos y discriminación social. Así pasan algunas noches, con demasiada frecuencia, las mujeres de A Tinería.

En contraposición, también piden que se recalque que hay vecinos amables y establecimientos que sí contribuyen a crear ese crima de igualdad que todo el mundo merece.

Algunas de las profesionales, que piden permanecer en el anonimato, dicen que sufren discriminaciones por parte de algunos establecimientos lucenses, que se niegan a atenderlas. «Hay que entender que hay que respetar. Si vamos a un bar es a pagar, no a ligar», declara una de las chicas, que dice que se siente atacada ante las miradas e insultos de algunos transeúntes.

Las prostitutas también reclaman que cuando tienen un problema la Policía acude al lugar sin siquiera bajar del coche. Sin embargo, si es otra persona la que llama, aparecen el triple de vehículos y sí hacen su trabajo.

Es importante partir del principio de que nadie tiene la potestad de decirles a estas mujeres, ni tampoco a otras, qué es lo que deben o no hacer con sus cuerpos. Entrar en sus casas, conversar con ellas y sobre todo escuchar. Es importante deconstruir conceptos y romper prejuicios para devolverles la potestad que todas las mujeres deberían tener sobre sus cuerpos.

La ley

Una propuesta de ordenanza presentada por el gobierno local, que cuenta con el apoyo de PP y Ciudadanos, quiere sancionar con multas de 750 a 3.000 euros a las mujeres que ofrezcan servicios sexuales en la calle. La prohibición conllevaría, explican las mujeres, una mayor precariedad. Las prostitutas coinciden al decir que, se apruebe o no, seguirán ejerciendo y la ordenanza solo derivará en peores condiciones de trabajo.

No invalidar sus opiniones como mujeres y como profesionales. Eso piden. La penalización de la prostitución no acabaría con ella, simplemente la invisibilizaría, declaran las prostitutas.

La mayoría de trabajadoras de A Tinería no tienen Seguridad Social ni reciben ayudas por parte de la Administración. La mayoría de sus familias desconocen a que se dedican. «Si lo imaginan lo guardan para ellos sin decir nada», declaran.

«La gente lo hace en la Muralla y no pasa nada»

Por prostitutas. Ese es el motivo por el que la opinión pública, la población y la propia Administración las persigue en una especie de linchamiento público.

«Hace días dos jóvenes practicaban sexo en la Muralla, a la altura de Porta Miñá. Para ellos no pasa nada, el problema es con nosotras. Solo con estar en la calle ya nos miran mal», declara una mujer del alterne.

Con ropa normal, como cualquier otra persona contestan a las preguntas y explican que, con lo que cobran, llegan justas a fin de mes porque los gastos son muchos.

La mayoría de ellas pagan dos alquileres, el de la casa en la que viven y el de su vivienda habitual. «Tenemos familiares que dependen económicamente de nosotras. Es muy difícil asumir todas las cargas que tenemos y que solo nosotras sabemos», declaran.

Algunas de ellas han trabajado anteriormente en labores de limpieza, con jornadas de 10 horas, sin Seguridad Social y en condiciones que definen como «humillantes», a cambio de 500 euros. «Al menos ahora puedo mantener a mi familia y conciliar. Antes ni siquiera los veía y pasábamos verdaderas necesidades», declara una de las profesionales. Otra de las mujeres cobraba cinco euros por limpiar unas escaleras durante toda la mañana.

Algunas, antes de estar en la calle estuvieron en clubes. «Salimos de allí porque las cosas cambiaron. Aquí al menos no tenemos chulos ni nadie que nos controle», declaran.

Algunos hoteles de la capital lucense también fueron escenario de trabajo de las mujeres. «En el momento en el que los demás clientes del hotel se enteraba de que somos prostitutas nos echaban», dice la profesional.

Convivencia

La convivencia en A Tinería es, en general, buena. Una pareja sale de su casa en pleno barrio y sonríe a las mujeres del alterne, que devuelven el saludo desde la puerta de su lugar de trabajo.

«Yo vendo sexo, no mi cuerpo» es una reivindicación reiterada en la zona. Las prostitutas luchan contra lo que muchos consideran paternalismo por parte de las instituciones, que las convierte en víctimas sin ni siquiera pedirles opinión. También recalcan que ejercen porque así lo decidieron un día y que el buen feminismo es el que respeta.

«Antes cuidaba a señores mayores pero con la crisis se me acabó el trabajo y esta ha sido mi salida», explica una profesional que tiene a cinco personas a su cargo. Todas coinciden en destacar que no se prostituyen por gusto, que es por necesidad.

Una clientela fija que oscila entre los 50 y los 70 años

Su clientela, explican las prostitutas de A Tinería, se sitúa entre los 50 y los 70 años. Algunos concurrentes son fijos desde hace años. «Aquí no solemos ver caras nuevas. Nos conocemos desde hace años», declara una de las trabajadoras sexuales.

Los conocen desde hace años. Una gran parte de ellos son jubilados que llegan desde las aldeas de toda la provincia. Otros viven en la capital. «Hace años venían muchos hombres casados pero con las trabas que pone el Ayuntamiento cada vez es más difícil y las condiciones empeoran», explica una de las prostitutas.

«Hay mujeres que llevan dos o tres días sin ningún cliente», dice otra. El número de clientes varía mucho pero, de media, las mujeres atienden entre dos y cuatro hombres al día. Los fines de semana la afluencia desciende porque la gente se va y, en el caso de los hombres casados, están con sus familias.

Los precios son menores que los de hace años. Algunas no tienen ningún reparo en comentar sus honorarios, que van desde 15 hasta 30 euros la hora. La época de la vergüenza se ha acabado y también explican que este precio varía en función del servicio y del tiempo.

Aunque la mayor parte de la clientela fija de las prostitutas de A Tinería es de edad avanzada también aparecen jóvenes que, en torno a los 25 y 30, solicitan sus servicios. «Yo les digo que no porque piden mucho movimiento. Pero cada chica hace lo que considere», explica una.

«Trabajamos con los amigos», explica otra prostituta. Con ello, muchas de las mujeres defienden que la labor que llevan también tiene mucho de social. Ayudar a los ancianos que no tienen más opción que recurrir al sexo de pago y hacerles compañía. «Muchas veces más que el sexo en sí, es la charla», explican.

Los conocen desde hace años y, algunos, llevan décadas acudiendo a A Tinería el mismo día de la semana y a la misma hora. Las prostitutas coinciden al decir que el trato con los clientes es bueno y que nunca hacen nada que no quieran. También es necesario reflexionar sobre lo que supondría declarar lo contrario a un medio de comunicación.

«Algunos señores nos traen lechugas, verdura y chorizos de sus casas y de forma habitual»

Es importante romper prejuicios y estereotipos para entender un poco más de la vida de las prostituas de A Tinería. «La gente piensa que esto es un lugar frío pero la realidad es que los clientes son nuestros amigos», explica una de las mujeres.

Algunos de los clientes que se desplazan a A Tinería desde una gran variedad de aldeas lucenses, según dicen las trabajadoras, les llevan verdura y fruta de sus huertas como obsequio. En época de matanza, chorizos e incluso carne de los animales que crían. Durante el resto del año hay hombres que las obsequian con latas de sardinas, mejillones e incluso huevos.

Las situaciones de cada prostituta distan mucho entre sí, pero si en algo coinciden es en destacar que la vida ha sido horrible para ellas y que, aunque cueste entenderlo, ahora viven mejor y pueden sobrevivir.

«En nuestras vidas anteriores pasamos hambre», declara una de las señoras, que también dice que nunca había comido carne y pescado hasta que llegó a España.

La situación económica de las trabajadoras también dista mucho entre ellas. Algunas pueden vivir bien gracias al alquiler que le cobran a sus compañeras. Otras, justas e intentando trabajar al máximo con el objetivo de mandar el mayor dinero posible a sus países de origen.

Las prostitutas acuden a la Cruz Roja cada seis meses para una revisión completa

Uno de los temas más delicados y trascendentales acerca de las prostitutas son las Enfermedades de Transmisión Sexual (ETS). Aunque la mayoría de ellas dicen usar preservativo en cada relación y mantener unos hábitos adecuados de higiene, es difícil tener una cifra exacta en torno al asunto. «Todas lo hacemos. Lo demás, son rumores», asegura una. Es difícil conocer detalles tan íntimos de sus relaciones sexuales.

La Cruz Roja es la encargada de atender las necesidades de estas mujeres, sin juzgarlas y tratándolas como al resto de lucenses para así romper los estigmas sociales que sufren en su día a día.

Cada seis meses las prostitutas acuden a su cita médica habitual de la Cruz Roja. Allí, los profesionales sanitarios les hacen analíticas, exploraciones vaginales y citologías para comprobar que están bien de salud. En función de la necesidad de cada una, los médicos también les toman las muestras que crean pertinentes.

A los pocos días, acuden a por los resultados. Si estos demuestran la existencia de alguna enfermedad empieza el tratamiento. Tanto las pruebas como las medicaciones son gratuitas para las prostituas. «Si tenemos algún problema estamos algunos días sin trabajar. No somos unas inconscientes como dicen por ahí», defiende una de las mujeres.

La entidad médica también proporciona anticonceptivos a las trabajadoras del sexo. Una de ellas asegura que puede ir cada 15 días y le dan unos 50 preservativos. En el caso de anticonceptivos orales, Cruz Roja ofrece un programa especial para aquellas que quieran un tratamiento paralelo al de los condones.

Cáritas es una organización que también se implica con el colectivo. Las prostitutas saben que pueden acudir a la entidad para realizarse el chequeo médico. «En la Cruz Roja es más completo, pero no tendría problema en ir a Cáritas», asegura una. 

En el barrio de A Tinería las mujeres pueden alquilar su habitación con la limpieza diaria incluida

En A Tinería las prostitutas alquilan las habitaciones, prefieren no decir a quién, con limpieza incluida. Es su lugar de trabajo y tienen derecho a que esté en unas buenas condiciones higiénicas. En otras viviendas son ellas las que se encargan de todo sin contrataciones. «Aunque aquí no friega nadie se puede comprobar que el suelo está bien limpio», dice señalándolo.

Toallas, que también les proporciona la Cruz Roja si así lo solicitan, jabón y una zona para asearse con agua corriente. Eso es lo primero que se ve al entrar en algunas de las casas del céntrico barrio. Dentro de una caja se acumulan los preservativos en cada habitación, que también cuenta con una papelera para desecharlos.

Una empleada, contratada por la persona que les alquila las habitaciones, es la encargada de mantener la limpieza dentro de las casas día tras día. Las prostitutas aseguran que las camas se cambian después de cada cliente. A alguna que otra se le escapa la risa y dice que, por lógica, es imposible que en días de mucho trabajo en los que pasan cinco clientes por las habitaciones se pueda seguir el ritmo de limpieza.

Compañerismo

Las prostitutas, en un primer momento, dicen tener buena relación entre ellas. Por separado, admiten tener alguna discrepancia y culpan de ello a la envidia.

En algunos casos los problemas han llegado al Juzgado, pero lo normal es un ambiente de trabajo corriente, en el que cada una se centra en sus clientes sin interferir en el trabajo de las demás.

En otro casos, las prostitutas presumen haber devuelto numerosas carteras perdidas, ayudar a personas mayores que tropiezan y se caen en las inmediaciones de los Jardines do Carme y ser las primeras en «echar la mano» mientras los demás «vuelan».