Chequeo al parque de Rosalía: La más noble zona verde de Lugo acusa déficit de buen gusto en su mantenimiento

Enrique Gómez Souto
Enrique G. Souto LUGO / LA VOZ

LUGO CIUDAD

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Viejas papeleras rotas, provisionales soportes de hormigón para postes y verjas cubiertas de verdín afean el recinto

29 jun 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

El parque de Rosalía de Castro es la joya de la corona de las zonas verdes de la capital lucense. Pero no recibe un trato acorde con su condición. Los numerosos lucenses de todas las edades que hacen uso de este espacio verde comprueban qué poco mimo recibe en las tareas de mantenimiento.

¿Está muy mal el parque de Rosalía? La respuesta es no. ¿Está bien? Tampoco está bien. En lo esencial, se atiende su mantenimiento. El hecho de que aún hace pocos años que recibió una considerable inversión posibilita que, a estas alturas, sin estar bien, no esté muy mal. Pero falta esmero en su cuidado. Así, resulta incomprensible que quienes en el Concello tienen la responsabilidad en materia de medio ambiente no hayan decidido la renovación, la reparación al menos, de los destrozados bordillos de los parterres. Es una medida de coste reducido, que podría completarse con el pintado de los propios bordillos, una vez reparados, como lo estuvieron en otro tiempo.

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Las papeleras son otro síntoma del escaso interés con el que se produce el mantenimiento del parque. Muchas de ellas, las del modelo metálico de color verde, tienen casi tanta antigüedad como el propio parque. Y muchas de ellas están muy mal: rotas, con lo que no cumplen su función. Por ser metálicas, las que están rotas y oxidadas constituyen un riesgo para la salud, especialmente para la de los más pequeños en caso de sufrir rasguños.

Verja

De la poca sensibilidad con la que procede la autoridad municipal en relación con el parque habla con claridad el estado en que se encuentra la verja que cierra el estanque de los patos, por el lado de la construcción en la que pernoctan. La verja está en perfecto estado, salvo en lo que se refiere a limpieza. Tiene tal capa de verdín que su eliminación exigirá un trabajo intenso. ¿Tanto cuesta limpiar esta verja?. Y lo mismo puede preguntarse acerca del mapa de España, bien restaurado hace unos pocos años. Los mares que rodean la península almacenan innecesariamente arena, hojas y otros residuos. Bien fácil es establecer como rutina la limpieza diaria de este singular elemento del parque de Rosalía de Castro. Y hablando de limpieza, también le vendría bien a algunos de los báculos de las farolas del parque.

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Son significativos, para quien mira con ojo crítico, algunos detalles en apariencia menores. Una de las sillas próximas al mapa de España perdió (alguien la arrancó) una de las barras de madera del asiento; ayer estaba tirada en un parterre próximo. Parece que nadie del servicio de mantenimiento de esta zona verde había pasado por allí a mediodía de ayer.

El parque acogió, para sorpresa de muchos (está declarado BIC), uno de los campamentos de Arde Lucus, «exiliado» de la finca que venía ocupando en el Carril dos Fornos, propiedad de los herederos de uno de los históricos empresarios de la construcción. Acabó el Arde Lucus, pero allí siguen unas feas y enormes bases de hormigón utilizadas para soportar postes de madera. Pura naturaleza.