El prestigio institucional encalla en la orilla del Miño

Enrique Gómez Souto
Enrique G. Souto PULSO LUCENSE

LUGO CIUDAD

24 jun 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

«La experiencia, unida a algo de reflexión, nos enseña que ser juicioso va contra la naturaleza del propio interés». Hannah Arendt constató que los del «interés juicioso» es un imposible; lo dejó escrito en su ensayo Sobre la violencia. Si los que impiden a Lugo disfrutar de una zona de baño pública, debidamente acondicionada y segura, hubiesen leído algo de Arendt, quizá sabrían qué riesgos sociales tienen los permanentes enredos que se traen entre manos en defensa de sus propios intereses políticos. Quienes, cortos de entendederas y largos de prepotencia, enredan con el bien común generan un peligrosísimo ambiente social de desconfianza, recelo y despego de las instituciones. Y cuando eso ocurre, se abre el camino a las ideologías de la violencia.

Lo de la zona de baño pública en Lugo es un botón de muestra de cómo está el patio político. No son dos partidos minúsculos y situados en los extremos de la cuerda ideológica los que así enredan, los que prefieren a Lugo sin servicios antes de que tales servicios puedan reportar votos al rival; no: son los dos más grandes y necesarios partidos del espectro político español, PP y PSOE. Y usan la Administración, en sus distintos niveles, como mejor conviene a sus intereses y estrategias. El caso de la playa fluvial es una tesis sobre deslealtad institucional, sobre miseria política y gestión nefasta. Todo junto y adobado con dosis de falta de respeto a los ciudadanos. Es inaudito que los unos no dejen de pedir estudios y los otros, incapaces de atender tanta exigencia, se instalen en el lamento estéril. Y así años y años.

Es cosa de risa que situar una plataforma flotante sobre el cauce de un río en verano exija una desmesura de estudios e informes. Así, a base de papeles y prohibiciones, en una gestión disparatada, los unos y los otros (los dos partidos estuvieron o están en el Gobierno y en la Xunta) han llevado los ríos al triste estado en que se encuentran. Y después de eso, ¡tanta copla para una zona de baño en el Miño! Arendt recordó en el ensayo citado al irlandés O´Brien: «A veces la violencia es el único medio de que se escuche la voz de la moderación». Los libros de historia y los periódicos demuestran que no es prudente dañar el prestigio de las instituciones.