Los ladrones acosan a San Antón

Xosé Carreira LUGO / LAVOZ

LUGO CIUDAD

Óscar Cela

La capilla de Vilamoure, en el municipio de Lugo, objeto de continuos robos y destrozo de puertas

25 may 2018 . Actualizado a las 09:33 h.

San Antonio de Padua es invocado como protector de las cosas perdidas y, además de ofrecer buenos maridos o esposas, es el patrono de los pobres. Desde luego si quienes roban en su capilla de Vilamoure, en la parroquia lucense de Santiago de Saa, son personas sin recursos, el santo sigue haciendo méritos para continuar ostentando la distinción que le otorgan sus numerosos devotos. Y es que su templo, alejado de casas y visible desde la carretera que lleva a Portomarín, es saqueado varias veces al año. Hay vecinos que aseguran que casi, casi, una vez al mes.

El último ataque fue llevado a cabo hace un par de semanas. Los ladrones rompieron dos entrepaños de la puerta lateral y, posiblemente, accedieron al interior de la iglesia con la finalidad de buscar dinero. Sin embargo, los cacos se equivocan. La iglesia, de propiedad privada, está constantemente cerrada. Abre solo para la solemne función del día del patrón, el 13 de junio (o los días próximos), que organizan el vecindario.

Óscar Cela

Además de romper la puerta lateral también intentaron forzar la principal parece que con una pata de cabra o un objeto similar. No lo consiguieron. Lo que sí lograron fue destrozar en esta puerta una parte próxima a la cerradura, posiblemente para intentar forzar esta.

Óscar Cela

Cuentan algunos historiadores que en la zona había en el siglo XVIII una capilla, propiedad de la Casa de Vilamoure. Estaba en tan mal estado que los dueños optaron por construir una nueva, la actual, en las proximidades. La construcción es de planta de cruz latina. Tiene una interesante fachada con puerta adintelada con orejeras y frontón con imagen pétrea de San Antonio en hornacina. En uno de los laterales conserva un escudo de armas de los Montenegro y los Gayoso que, antaño, fueron dueños de muchos propiedades en la zona. Los vecinos aseguran que la instalación acabó en manos de una familia que hizo reparto de bienes y comentan que el templo, en regular estado de conservación, correspondió a una persona que reside en Madrid.