La odisea de encontrar un político que apruebe en Lugo

LUGO CIUDAD

21 may 2018 . Actualizado a las 22:32 h.

De las encuestas a un año vista de las elecciones no se pueden deducir los gobiernos con cifras matemáticas, sobre todo cuando los candidatos aún no están nombrados y algunos partidos en Lugo tienen incluso ahora líderes diferentes de los que concurrieron a las elecciones. Así ocurre con el PP, donde ya no está Castiñeira, o con Lugonovo, del que ya se fue Rocha. Pero hay datos que llaman mucho la atención y explican por qué los partidos mayoritarios pierden apoyo y el voto se divide. Sorprende que Lara Méndez sea la más valorada a pesar de dirigir un gobierno que tarda una eternidad en ejecutar lo poco que va consiguiendo ejecutar. Claro que es un gobierno en minoría y ella asegura que le faltan muchos funcionariados, (más bien falta implicación de muchos de ellos), pero lo cierto es que la oposición está peor valorada y ni siquiera consigue subir nota en esa coyuntura favorable para hacer notar la debilidad y lentitud del gobierno.

Tanto PP como Lugonovo deberían chequear sus casas. La marcha del popular Castiñeira que parece que era el revulsivo que el Partido Popular esperaba, no lo ha sido tanto a la vista de la encuesta, ya su líder Ameijide es el segundo peor valorado. La fuga de Rocha del avispero en que se había convertido Lugonovo ya pronosticaba para todo el mundo menos para ellos la debacle. Y a la vista está el resultado.

Pero aún llama más la atención el caso de Ciudadanos, donde el viento a favor que sopla para este partido en el ámbito nacional se traslada directamente a las municipales de Lugo, que es algo muy poco frecuente. Es decir, el partido naranja duplica su intención de voto en Lugo ?y pasaría hoy de dos a cuatro concejales? mientras los mismos encuestados dicen que su portavoz, Olga Louzao, es la menos conocida y la peor valorada de todos los líderes lucenses. Por tanto, quienes dicen que van a duplicar el voto a Ciudadanos, seguro que no lo harán por el acierto y visibilidad de Olga Louzao, sino por la corriente ascendente nacional del partido de Rivera y su activo papel en el conflicto catalán. El hastío de los lucenses con sus líderes políticos es palpable incluso con el ejemplo de ACE, que aunque la formación sube y consigue un segundo concejal, su portavoz solo tiene la honra de ser el mejor entre los suspensos.

Como si de un voto de castigo se tratase a todos los partidos mayoritarios, el sufragio se desperdiga y el resultado pronostica una división drástica del voto que va a convertir el Concello en difícilmente gobernable por la candidatura más votada pero que tampoco llega al aprobado. Quizá la clase política lucense debería reflexionar si están defendiendo los intereses de los ciudadanos con los candidatos que eligen y con las políticas que practican. Porque el lucense medio, tradicionalmente conformista, incluso acomodaticio y poco protestón, no consigue dar un mísero aprobado raspado a ninguno de los políticos que rigen sus destinos y gestionan sus dineros. Quizá si la ciudad avanzase a buen ritmo gracias a un gobierno trabajador y una oposición constructiva, las notas para todos ellos no serían un suspenso tan radical.