Cuidado en Terra Chá: dos ladrones se hacen pasar por revisores de gas

Tania Taboada

LUGO CIUDAD

Alberto López

Un matrimonio de Xermade y un vecino de Vilalba ya fueron víctimas de estos cacos

01 may 2018 . Actualizado a las 23:31 h.

Desconfíen especialmente los vecinos de Terra Chá si en las inmediaciones de su vivienda estaciona un coche de color gris, toca la bocina y de su interior bajan dos hombres jóvenes, con buena apariencia física y trato afable. Si a continuación se identifican como revisores de gas, descuelguen el teléfono y llamen inmediatamente a la Guardia Civil o a algún familiar para que alerte a las Fuerzas de Seguridad porque están ustedes tratando con dos auténticos ladrones.

Los individuos, que no emplean la violencia, ponen el ojo en viviendas donde residen nuestros mayores (los más vulnerables) y se identifican como revisores de gas. Les preguntan a las víctimas si tienen a mano una mesa para firmar unos supuestos papeles, y mientras uno entretiene a la víctima con las rúbricas, el otro alega que va a hacer una llamada telefónica. Sin embargo, lo que hace es subir a la segunda planta de la casa, entrar en las habitaciones, abrir el armario e intentar localizar ese sobre o esa cartera donde los ancianos guardan con tanto esmero su paga.

El pasado viernes se produjeron sendos casos en concellos de Terra Chá: en Roupar de Arriba, Xermade, sobre la una y media de la tarde, un matrimonio de 88 y 86 años fue víctima de estos individuos. Los engañaron, y los cacos se hicieron con un botín superior a los 500 euros. El otro caso ocurrió sobre las cuatro de la tarde en el barrio de Campelas de Rioaveso, en Vilalba). Otro anciano, de 87 años, fue víctima de estos individuos. A este octogenario le robaron unos 300 euros. «Ningúen di que son uns ladróns. Son moi xeitosos e agradables. Falan das facturas do gas e pídenche unha mesa para firmar. Mentres, un deles rouba», alertan las víctimas.

ALBERTO LÓPEZ

JOSÉ PAREDES, 87 AÑOS ESTAFADO EN VILALBA: «Cando fun a cociña, non tiña nin o recibo nin os 300 euros»

Sobre las cuatro de la tarde del viernes, José Paredes Paredes, de 87 años de edad, se encontraba en su casa del barrio de Campelas de Rioaveso, en Vilalba, cuando escuchó la bocina de un vehículo junto a su casa. Salió a la puerta y dos hombres, «falando castelán e de tipo fino» se bajaron de un coche color gris: «¿Es usted José Paredes?», le preguntaron. ««Si, son eu», dijo. «Usted recibe cartas y tiene el contador sin pagar. ¿Tiene por ahí una mesa?», le volvieron a preguntar.

El inocente del hombre, que lo que menos pensó es que estaba metiendo en casa a dos ladrones, los invitó a pasar a la cocina dado que ahí tenía la mesa. «Reclamáronme o carné, os recibos e dixéronme que se non pagaba cortaríanme a luz. Pedíronme 150 euros», relata José, que acudió a la segunda planta de su casa a buscar dinero. Cuando bajó con el sobre, con todo el dinero que tenía en su casa, uno de los hombres le pidió que lo acompañara al contador. «Deixei o sobre cos cartos enriba da cociña de butano e cando estaba cun deles fóra, saíu o outro da casa e díxome que me quedaba o recibo de pago dentro. Cando fun á cociña, non había recibo de pago, nin cartos. Leváronme 300 e pico euros», cuenta la víctima, que en una ocasión les preguntó si eran de los que andaban por las puertas, a lo que estos le respondieron con que terminara de firmar, que ellos todavía no habían comido y tenían hambre.

ALBERTO LÓPEZ

Tomás prieto y laura vilar matrimonio estafado en xermade: «Foi ao noso cuarto e ao armario onde estaban os cartos»

Pasaba de la una de la tarde, y Laura Vilar, de 86 años, llamó a su marido, Tomás Prieto, de 88, para comer. El hombre andaba por las inmediaciones de casa, y cuando se dirigía a almorzar, llegó un turismo. «Baixaron dous homes, moi xeitosos e agradables, e outro, que vestía un xerséi encarnado, quedou no coche. Dixéronnos que eran revisores do gas e que nos debería ter chegado unha carta para que o venres estivéramos na casa. Pedíronnos unha mesa para firmar uns papeis, e mandeinos pasar para o garaxe», indicó Tomás, que se hartó de firmar papeles y sin saber lo qué. «Agora estou intranquilo porque non sei o que asinei», indica. Cuando Tomás y Laura estaban alrededor de la mesa, dijeron a los hombres que iban a llamar a su hijo. Fue ahí cuando uno de ellos les dijo que no se preocupara, que ya lo llamaba él. En ese instante el varón aprovechó para acceder a la parte de arriba de la casa. «Foi ao noso cuarto e ao armario onde estaban os cartos. Levaríanos mais de 500 euros. Démonos conta cando marcharon, que vimos a porta do armario aberta e xa non estaban os cartos», relatan.