El Campus descubre patógenos humanos en ecosistemas vírgenes de la Antártida

Laura López LUGO / LA VOZ

LUGO CIUDAD

CEDIDA

La investigación, liderada por un equipo lucense, advierte del impacto de la actividad turística en la zona

03 abr 2018 . Actualizado a las 14:44 h.

El Campus Terra de Lugo ha descubierto la presencia de microorganismos humanos en ecosistemas relativamente intactos de la Antártida. Concretamente, han probado que mamíferos marinos (pinnípedos) de la zona portan patotipos de E.coli patógenos implicados en procesos clínicos humanos, sobre todo en infecciones urinarias e intestinales.

El estudio ha sido dirigido por investigadores del Laboratorio de Referencia de Escherichia coli (LREC), con sede en la facultad de Veterinaria del Campus Terra de Lugo, con la colaboración del grupo de Sanidad ANimal y Zoonosis de la Universidad Complutense de Madrid, de la Fundación Oceanográfic de Valencia y de la Universidad de Warwick (Reino Unido). Del estudio también se ha hecho eco la revista científica Scientific Reports, del grupo Nature, en un artículo que tiene como firma principal a Azucena Mora, profesora e investigadora del departamento de Microbioloxía e Parasitoloxía del campus lucense.

En la investigación se analizaron tres especies de la costa oeste de la península antártica: la foca de Weddel (Leptonychotes weddellii), el elefante marino (Mirounga leonina) y el lobo marino antártico (Arctocephalus gazella). El triple objetivo de este trabajo fue investigar la presencia y características de Escherichia spp. en sus aislamientos, evaluar la presencia de clones de alto riesgo en una región reservada ecológicamente, y definir posibles fuentes de contaminación e impacto dentro de este ecosistema vulnerable.

Como resultado, se obtuvieron 158 cepas de E.coli y tres de E. albertii de 193 muestras fecales. La investigadora Azucena Mora explica que fue una «sorpresa» encontrar tantos aislamientos de E.coli, aunque destaca que no hallaron resistencias a antibióticos. Ahora quedan varios interrogantes abiertos, como el motivo por el que estos animales, habitantes de una zona prácticamente virgen, son portadores de esos patógenos humanos. «Barajamos dos hipótesis: o bien que se trate de cepas ancestrales, anteriores a las que causan ahora infecciones a humanos, o bien que hayan adquirido los microorganismos en otros puntos a los que se desplazan para alimentarse», lugares con mayor actividad humana, como el sur de Argentina y Australia, explica Mora.

Alarma social

En cualquier caso, la investigadora lucense afirma que estos animales «son bioindicadores de lo que ocurre en estas zonas» y de posibles cambios ambientales, y este estudio «refuerza la idea de la alarma social, pues zonas que se consideraban intactas no lo están tanto». Para Mora, es fundamental investigar las consecuencias que la actividad humana está teniendo en la Antártida: «Quizás se están realizando muchas actividades en esa zona, tanto científicas como turísticas, aunque se crea que no». Por ello, existe una preocupación creciente sobre el impacto de estas actividades a la hora de aumentar el riesgo de diseminación de microorganismos humanos en este tipo de ecosistemas.

De todos modos, «los datos conseguidos requieren de nuevos estudios de vigilancia para conocer la evolución de estos grupos clonales dentro de la microbiota normal de los pinnípedos, así como su transmisión dentro de los nichos antárticos».

Esta investigación evidencia que los mamíferos marinos antárticos portan patotipos de E. coli potencialmente patógenos, según explica Azucena Mora, quien también destaca que este estudio sirvió para alertar por primera vez de la presencia de los genomas ST131 Cplx en cepas recuperadas de tres especies de pinnípedos muestreados en diferentes localizaciones antárticas. El análisis de estos genomas reveló la alta similitud genómica entre los aislamientos de origen animal y humano.

La falta de financiación condiciona la continuidad de las investigaciones

La continuidad de estas investigaciones está condicionada ahora por la financiación: «Estamos muy limitados por el tema de los fondos», reconoce Mora. De hecho, esta investigación en la Antártida no se ejecutó con una subvención en concreto, sino que «destinamos fondos que obtuvimos de distintos proyectos relacionados con la E.coli», tanto nacionales como de la Xunta de Galicia. Precisamente la Administración autonómica financió también el proyecto «As aves silvestres como transmisoras de cepas de ‘Escherichia coli’ produtoras de betalactamasas de espectro estendido», liderado también por Azucena Mora.