Subida de precios

Antón Grande

LUGO CIUDAD

24 oct 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

No es ninguna novedad que desde la llegada del euro, aquí se ha despendolado la gente, los precios se han disparado, no así los salarios que incluso se han puesto a la baja y uno, que va por la antigua, es decir, por la peseta, comprueba como una barra de pan cuesta ya 95 céntimos, que parece poco pero que equivale a 166 pesetas, sí, las viejas rubias.

Y la cosa sigue porque parece que hemos enloquecido. Por ejemplo, cuando llegan las fiestas de San Froilán es costumbre en las tabernas de los barrios traer vino nuevo y con ello, nuevos precios. Este año, diez céntimos más, un euro la taza o sea, 166 pesetas que ya es pagar por un vino a granel aunque los bodegueros de la ribera lucense apenas si han subido el litro de vino. Otro tanto sucede con el pan, que ha subido la barra cinco céntimos y así podríamos seguir con otros productos básicos como patatas, lechugas, cebollas, etc.

Esto de las subidas dislocadas no es cosa de ahora; nada de eso. Hace un porrón de años, cuando se iba a construir el instituto de Lugo, el actual Lucus Augusti, antes Instituto Masculino, las autoridades decidieron, porque les pareció oportuno, imponer un impuesto sobre el vino para colaborar con la obra. Según parece, la medida no tuvo el éxito deseado, no se conoce realmente bien si por el boicot de los lucenses aficionados al chateo o por la calidad de los caldos, que quizás no fuesen del nivel deseado.

Hay que recordar también aquel impuesto que se impuso hace muchos años en Betanzos y que llevó al alcalde de entonces a convocar ante el Ayuntamiento a los betanceiros para preguntarles, «¿Qué queréis, que suba el pan o que baje el aguardiente?». La respuesta fue tan clara como poco inesperada: que baje la perrita.

El caso es que octubre, el otoño, no solo nos trae la ansiada agua, también subidas para el vino, la cerveza, los productos básicos y los no tan necesarios diariamente. Mientras seguimos con millones de parados, sueldos basura o contratos temporales que dan vergüenza pero la tradición es la tradición. Llegan las fiestas patronales de Lugo, las de San Froilán y hay que subir el vino. Pues vaya.