«Un segundo basta para meter una canasta o que un coche te destroce»

Xosé Carreira LUGO / LA VOZ

LUGO CIUDAD

X. C.

Antonio Lozano Miranda, entrenador de baloncesto, superó un gravísimo accidente de tráfico

02 oct 2017 . Actualizado a las 23:20 h.

La víspera de la Nochebuena de 2015 la vida de Antonio Lozano Miranda (Lugo, 1960), entrenador de baloncesto y agente de viajes, se enfrentó al peor partido de su vida. Viajaba con su esposa y dos hijos en su coche por la A-8. Otro vehículo se les echó encima y acabaron destrozados. La peor parte se la llevó Lozano, que estuvo 16 días en la UCI jugando fuerte para conseguir salvarse. Finalmente, dice, tuvo la suerte de contar con un gran equipo médico y sanitario a su lado y ganó. El partido fue difícil: cuatro meses de hospitalización y una larga recuperación que aún hoy continúa.

«En un partido, un segundo basta para meter esa canasta que te da la victoria. En la vida, llega para que venga un coche de frente y te destroce», apunta. Lo cuenta con ánimo a pesar de que ese vehículo frenó, de momento, su labor como entrenador de baloncesto y le quitó de su trabajo cotidiano en la agencia de viajes. Desde 1978 entrenó a diversos equipos y hace ya muchos años que es agente de la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA), quizás el único de Lugo.

En el sector de los viajes comenzó a trabajar de muy joven, recuerda, en la agencia creada por su abuelo, José Miranda Parajes. «Viajes Miranda» tenía su sede en Juan Montes y allí se despacharon miles de billetes de avión para los lucenses. «En aquellos tiempos éramos como artesanos de los viajes. No existían las herramientas de hoy en día. Cuando empecé volaban dos compañías: Iberia y Aviaco. Solo existían tres tipos de tarifas: primera, turista y una especial de fin de semana. Llegábamos a memorizarnos los precios. Era totalmente impensable por aquel entonces la liberalización del espacio aéreo que trajo las compañías low cost», explicó.

Como agente de la IATA tuvo que «chaparse», entre otras cosas, los códigos de todas las compañías aéreas del mundo y los aeropuertos. Además, era necesario que conociese al dedillo la configuración de todos los modelos de avión que volaban por aquel entonces, así como saber los precios de los itinerarios de una vuela al mundo.

El cuentakilómetros de Lozano ya dio muchas vueltas en 57 años. Antes del gravísimo accidente, recuerda, tuvo una angina de pecho. La superó, pero los médicos le aconsejaron que dejara de entrenar. «Ahora asesoro a equipos y hago programas personalizados para jugadores», apunta.

Nació un día 23 y un 23 volvió a nacer otra vez. De hecho, tuvieron que «recomponerlo» de nuevo. «Hubiera tirado la toalla pero, cuando días después del accidente desperté en la unidad de cuidados intensivos, me encontré con el doctor Miguel Ángel Fernández que me contó lo que me había pasado, las secuelas que me quedarían y me recordó: el dolor es pasajero; el orgullo, eterno y si tienes que asumir el reto, acéptalo y disfruta. Me amuebló la cabeza y, tras muchos meses de lucha y dificultades conseguí salir adelante para disfrutar de la vida y mi familia», recordó. Lo hace más con más ilusión que nunca y transmitiendo el máximo optimismo por poder estar para contarlo.

Prepara una completa historia del Breogán

Antonio Lozano Miranda, Miri, como se le conoce en los ambientes baloncestísticos, recuerda que jugó en el Estudiantes de Lugo y que comenzó a entrenar en el Compañía de María en enero de 1977. «En Compañía cogí el gusanillo. Hasta el 79 estuve entrenando con Juan Corral y Fernando Fernández Allende. En el 79 se fundó el Xuncas y me fichó para entrenar al equipo juvenil al que llevé al campeonato de España», repasa Lozano.

En 1978 sacó el título de entrenador y a partir de entonces entrenó a numerosos equipos de la capital y la provincia e incluso a selecciones provinciales y gallegas. Cuando llegó la angina de pecho, estaba en el Estudiantes. «Vivía al límite los partidos y eso no es bueno para una persona que sufre del corazón», destacó.

«El baloncesto de aquellos tiempos no daba para vivir. Era totalmente amateur porque incluso poníamos dinero para pagar los arbitrajes y las horas de pabellón. Era la época del romanticismo que ahora algunos echamos de menos. Sentíamos el baloncesto y lo vivíamos. No era por dinero como hoy que todo el mundo cobra», rememora.

 Derrotas históricas

Ahora, para seguir alimentando ese gusanillo del baloncesto, prepara una completa y detallada historia de un club legendario de Lugo, el Breogán. Solo le quedan los testimonios de algunos jugadores. Incluirá detalles como, por ejemplo, que Randy Noll, en la temporada 74/75, fue el máximo anotador con 51 puntos en un partido frente al Vallehermoso, que acabó con victoria de este club por 102-101. Esa historia incluye también el récord de canastas en el partido de tercera, en el año 1979, que remató con el siguiente resultado: Breogán 146-Barco, 46.