-¿Cuáles son los beneficios?
-Son muchos. Entre ellos, prevenir la obesidad; al ser los niños los que comen tienen una mejor autorregulación energética y aprenden a gestionar mejor la cantidad de alimento que necesitan y el tiempo que precisan para comer. Por otro lado, con este método los niños aprenden a comer mejor, sin complicaciones, y una mayor variedad de alimentos. Además, no es necesario hacer después la transición a los alimentos sólidos, algo que a muchos padres les da verdaderos quebraderos de cabeza; de hecho, hay niños con 3 años que todavía comen alimentos triturados porque no saben gestionar los diferentes tipos de texturas.
-¿Qué precauciones hay que tomar?
-Hay que seguir unas pautas de seguridad para evitar, básicamente, atragantamientos. Los alimentos deben tener una forma y textura determinadas para que sean fáciles de agarrar. Tienen que ser texturas blanditas y fáciles de aplastar contra el paladar, así que da igual que el bebé tenga o no dientes. Por ejemplo, un rebozado duro no se le puede dar, pero sí algo cocido o guisado, la idea es que no sea necesario preparar una comida aparte para el bebé. También hay que evitar alimentos de forma esférica y pequeños, como frutos secos, uvas enteras, tomates Cherry... en estos casos hay que trocearlos porque hay riesgo de que obstruyan las vías respiratorias. Pero, en general, se puede ofrecer cualquier alimento, no hay que demorarlo. Las pautas con el orden de introducción de los alimentos han quedado obsoletas, ya hay consenso en que no sirve para prevenir alergias, al contrario, han ido en aumento las alergias.