«Lugo vive de espaldas al Miño»

Xosé María Palacios Muruais
XOSÉ MARÍA PALACIOS LUGO / LA VOZ

LUGO CIUDAD

CARLOS CASTRO

Ángel Villar, Chilares, destaca que bajar por el río desde Rábade es como estar en otro mundo

28 nov 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Ángel Villar Varela se encariñó con el Miño y con el piragüismo por el empleado de una carpintería situada en un bajo que pertenecía a sus abuelos. El empleado, que no era de Lugo sino de Palencia, hizo una piragua de madera a comienzos de los años 60. El chaval empezó también a bajar al río, se hizo amigo de otros que ya practicaban ese deporte y pronto empezó a competir y a ganar. El siguiente paso fue su ingreso en el equipo del Club Fluvial; luego vendrían años de éxitos deportivos y una vinculación con ese deporte que aún se mantiene.

-¿Llegó Lugo al nivel que podía haber tenido en piragüismo?

-La época dorada va de 1967 a 1985: se consiguieron muchos campeonatos. Ahora hay más oferta, menos espíritu deportivo y menos sacrificio. En 1968 fuimos a los Juegos Olímpicos Pedro Cuesta y yo: era un piragüismo diferente, porque los piragüistas podían ganar el descenso del Sella e ir a las Olimpiadas; me gustaba más aquel piragüismo, ahora está más especializado.

-¿Qué da y qué quita el deporte a quien lo practica a tan alto nivel?

-Tienes que ser consciente de que de este deporte no vas a vivir. Pero haces amigos, y yo, además, desde los 14 años viajé por toda Europa. Es algo muy bonito; pero, eso sí, tienes que formarte: esto es una cosa pasajera.

-¿Qué se siente al retirarse? ¿Hay vacío, nostalgia...?

-Nunca te retiras. ¿Cómo vas a hacerlo? Tienes que mentalizarte de que no vas a ganar siempre. Hay que saber envejecer; no puedes endiosarte; esto es una cosa pasajera. Los entrenadores deben premiar a los chicos cuando lo hacen bien; pero también deben enseñarles que el deporte se acaba y que sean humildes, generosos... Este además es un deporte precioso: el placer de bajar el Miño de Rábade a Lugo es otro mundo. Y ganar es muy bonito, pero saber perder, también.

-¿Tuvo buenos entrenadores?

-Tuve buenos maestros; y tuve un entrenador, Serafín Caridad Arias, que era un amigo, un compañero, un hombre que sumaba siempre. Era un momento de evolución, los años 60; y él supo ver lo que venía, y sobre todo era un hombre que sabía comprender al palista; y además era una persona ilustrada: cuando viajaba con él, aprendía mucho.

-¿No tiene la percepción de que Lugo vive de espaldas al río?

-Yo creo que todavía sí. Da un poco de pena, en verano, ir a un centro comercial y verlo lleno cuando las orillas del río están casi vacías. Creo que es algo cultural. Lugo tiene un entorno verde que es una maravilla y no se aprovecha mucho. Luego viene gente por aquí y te dice ‘si tuviéramos esto en nuestro país...’. El piragüismo es duro: por ejemplo, hay que entrenarse en invierno y meterse en el río; pero luego da grandes satisfacciones.

-¿Ha tenido en Lugo el piragüismo el reconocimiento que se merece?

-Sigue siendo un deporte de minorías; la gente está más en el fútbol y en el baloncesto. Si no fuese por una entidad como el Club Fluvial, no habría piragüismo. Aquí han desaparecido el Ancares, el Náutico Adunado, la Escuela Lucense... Esos clubes no pueden mantenerse: el material es caro; las ayudas, mínimas. Tenemos la suerte de que el actual presidente del Club Fluvial, Tito Valledor, fue piragüista.

-Cuando se habla de piragüismo en Lugo, es inevitable mencionar a Luis Gregorio Ramos Misioné. ¿Piensa a veces que algunos han quedado oscurecidos por su gran palmarés?

-No. Inicié a Misioné en este deporte; hemos sido campeones de España juntos, hemos ganado el descenso del Sella juntos... ¡Qué suerte haber tenido a Misioné! Me retiré del equipo nacional a los 22 años, aunque no de este deporte. Ese año entra Misioné, y luego, en el 85, ganamos juntos el descenso del Sella. Él era casi profesional: se dedicaba invierno y verano; yo, solo en verano. Pero volviendo al inicio, es una suerte haberlo tenido. Era un polifacético del piragüismo, un crack: ganaba los 1.000 metros en K1, y luego, el descenso del Sella. Cuando se habla de piragüismo, hay que hablar de Misioné: es el mejor.