La morriña que pudo cambiar la historia

maría santalla REDACCIÓN / LA VOZ

LUGO CIUDAD

La esposa lucense del espía Garbo estuvo a punto de desbaratar el desembarco de Normandía

29 sep 2016 . Actualizado a las 11:48 h.

La morriña es un sentimiento poderoso. Lo saben los millones de gallegos que han tenido que dejar su tierra y que le han regalado al mundo esa bella palabra. Ahora se sabe, además, que su poder pudo haber cambiado la historia. Unos documentos del MI5, los servicios de inteligencia británicos, desclasificados ayer han desvelado que la morriña de una gallega de Lugo, Araceli González Carballo, estuvo a punto de frustrar el desembarco de Normandía, que marcaría el principio de la derrota de la Alemania de Hitler en la Segunda Guerra Mundial. Araceli González era la esposa de Juan Pujol García, conocido como Garbo por sus dotes teatrales, el más importante agente doble del Reino Unido en aquellos años cruciales. Pero Araceli, que acompañando a su marido había cambiado la orilla del Miño por la del Támesis, nunca llegó a acostumbrarse a Londres, e incluso llegó a amenazar con abandonar a su marido y acudir a la embajada española a contar sus actividades secretas si no la dejaban volver a España. La mujer no cumplió su amenaza. Si lo hubiese hecho, el desembarco de las tropas aliadas en las playas francesas quizá no habría existido.

Araceli estaba harta de la vida en Inglaterra y no le gustaba nada su comida. Deseaba volver a Lugo para visitar a su madre, según revelan esos documentos confidenciales que ayer hicieron públicos los Archivos Nacionales de Kew. El malestar de la espía gallega estalló cuando su marido se negó a llevarla a una fiesta en la embajada española. La situación doméstica que a punto estuvo de poner en peligro la intervención aliada fue motivo de secretísimos intercambios de mensajes entre agentes del MI5. Estos conocían la morriña de Araceli, su disgusto por una vida en Londres que la mantenía absolutamente recluida. A través de esos mensajes de la inteligencia británica se supo ayer que esta mujer que había vivido en la Rúa Nova de Lugo estaba harta de macarrones y de patatas y echaba de menos el pescado y, sobre todo, a su madre.

La mujer amenazó con descubrir la identidad de su marido e incluso con quitarse la vida, pero una estratagema propia de ese mundo de espías en el que vivía frenó sus planes. El MI5 y su marido engendraron la trama. Los británicos detuvieron al agente español y le dijeron a Araceli que lo matarían si la operación era desvelada. La mujer se dio cuenta de que había llegado demasiado lejos y prometió que su secreto seguiría a salvo.

Todo esto ocurrió en 1944. Pero esta historia comienza unos años antes, durante la Guerra Civil. Y lo hace en Burgos, donde Araceli González se encontraba pasando unos días con unos amigos. En su camino se cruzó Juan Pujol, con el que se casaría al final de la guerra. Se instalaron en Madrid y buscaron trabajo ofreciéndose en las embajadas alemana e inglesa. Según relataban sus hijos en una entrevista concedida a La Voz, aunque los británicos escucharon a Araceli, no le dieron empleo. Pero sí tuvo más suerte Juan con los alemanes, a los que mostró un salvoconducto para entrar en Londres. Finalmente la pareja parte para Lisboa, y desde allí hacen creer que están en Londres y que tienen veinte agentes colaboradores. A punto de ser descubiertos por los alemanes, el MI5 los entrevista para saber si están dispuestos a trabajar para ellos manteniendo engañados a los nazis. Así llegaron a Londres en la primavera de 1942. Allí aprendieron inglés y técnicas de espionaje y allí permanecieron hasta el final de la guerra.

El matrimonio elaboraba informes que pasaba a los alemanes, pero esos documentos que la inteligencia de Hitler nunca puso en duda eran controlados por los británicos. La confianza de los nazis en Garbo -también llamado Bovril e Inmortal- era tal que lo condecoraron con la Cruz de Hierro. Pero casi al mismo tiempo que recibía esa distinción, Pujol los convencía de que las tropas aliadas iban a entrar en ?Europa por Calais. En la misma madrugada del 6 de junio de 1944, unas horas antes de que las tropas aliadas desembarcasen en las playas de Normandía, Pujol envió un mensaje a los alemanes en el que decía que se había lanzado desde allí el desembarco pero que era un engaño, porque el verdadero llegaría unos días después por Calais. También de este mensaje se fio Hitler, que no ordenó el traslado a Normandía de las tropas que el ejército alemán tenía en Calais. Si lo hubiese hecho, quizás la historia de Europa y del mundo hubiese sido bien distinta.

En otro documento conocido ayer se desvela que el oficial británico a cargo de Garbo, Tomas Harris, barajó la posibilidad de infiltrar al agente español en los servicios secretos rusos para controlar los movimientos de Stalin. No fue así, y finalizada la Segunda Guerra Mundial, el matrimonio se trasladó a Venezuela.

Pero por mucho que esta historia pueda ser el guion de una película -de hecho, la vida de Garbo fue llevada al cine-, la de Juan y Araceli era la vida real, y tras su traslado a Venezuela no llegó el final de cuento. Araceli y los tres hijos de la pareja volvieron a Lugo y después se asentaron en Madrid. Juan Pujol, al que el historiador británico Christopher Andrew calificó como «el agente doble más importante de la Segunda Guerra Mundial y posiblemente de todo el siglo XX», se mudó a Angola, donde se fingió su muerte. Después volvió a Venezuela, y allí murió en 1988. Cuatro años antes había regresado a España para los actos del 40 aniversario del desembarco de Normandía, en los que Araceli y Juan volvieron a encontrarse.