¡Niños, a jugar... a la terraza!

Tania Taboada, Cándida Andaluz, Carmen Gª de Burgos, Ana Abelenda

LUGO CIUDAD

ALBERTO LÓPEZ

¿CÓMO ESTABA LA PLAZA? «Abarrotá». ¡Viva el ágora sin fobia!, que aquí puedes tomarte una caña con amigos sin miedo a que a tus hijos se les dé por cruzar. Hoy te llevamos a hombros por las plazas de moda.

20 jun 2016 . Actualizado a las 18:27 h.

Si aquí no hay playa, échese usted al solete del verbo terracear. Entre amigos pilla cantidad, no quema y suele cundir más de lo que cuesta, que en algunas terrazas la cañita, el sol, la amistad y el juego no se ponen jamás. Y así está la plaza... ¿Cómo está? Pues como la veía en tiempos nuestro Dúo Sacapuntas: ¡Abarrotá!

Ahí tienen al hijo del vecino, al compañero de trabajo, al perro del quinto, al músico indie, a la librera más cuqui, al editor trash, a una leyenda viva de la noche del Orzán a la que dos retoños han «ayudado», ¡increíble!, a madrugar, ¡a la familia y uno más! Estas plazas lo tienen todo... salvo tráfico rodado. Todo personal. Y así se ponen de niños para jugar. No digamos si, además de un lugar bien flanqueado de bares, estamos en primera línea de parque. ¡El no va más!

Hoy te llevamos a hombros por las plazas de guardar. Desde la de Campo Castillo, en Lugo, hasta la del Baobab y La Urbana, en A Coruña, haciendo parada larga en Pontevedra.

Para saborear un refresco o disfrutar de un helado charlando con amigos a la vez que los peques juegan, paren en la praza de Campo Castelo. En pleno centro de Lugo, está en una zona peatonal -solo circulan vehículos autorizados-, está repleta de bares con terrazas y tiene vistas a un parque infantil. Mientras los padres charlan y se dan al relaxing, los más pequeños disfrutan en un entorno agradable y seguro. «Nos sentamos en una terraza, tomamos algo, a los niños les damos la merienda mientras juegan», dice Antonio, padre de familia fan de las terrazas. «Nos encanta el terraceo y ver a los niños disfrutar al aire libre. Bajamos al atardecer, cuando las temperaturas no son tan agresivas. Aquí pasamos horas charlando y viendo como nuestros hijos se divierten en buena compañía», dice María José, otra asidua de las terrazas de la Praza de Campo Castelo. «Es un momento muy agradable porque desconectas, disfrutas con tu gente y los niños aprenden a socializarse en un entorno muy sano», asegura Teresa. Al menos tres veces por semana ella queda, acompañada de su marido, con parejas amigas para bajar con los niños a tomarse algo a las terrazas. «Hay que aprovechar el buen tiempo. En Lugo estamos hartos de niebla y lluvia durante todo el año», opina Candela, que en verano hace lo que se debe: estar en casa solo para comer y dormir.

«Vamos a los columpios, al tobogán o al balancín, saltamos a la comba o jugamos con las muñecas», cuenta Noa, de 5 años, sobre el plan. «Aunque traigo la merienda de casa, cuando llegamos aquí siempre pido un zumo de melocotón, lo dejo en la mesa de la terraza, voy a jugar y cuando me entra la sed, vengo a darle un trago», cuenta Inés, que se divierte jugando a la goma con sus amigas. ¿Chicle más chicle más chicle americano? Aquí las horas se estiran a gusto, pero cuando llega el momento de recoger e irse... ya se imaginan: «Joo... nooooooooo. No me quiero ir. Un poquito más, mamá, papá».

PRAZA DE SAN ANTONIO, OURENSE

MIGUEL VILLAR

AL SOL EN SAN ANTONIO

En Ourense no faltan plazas para gente con hijos con vistas a disfrutar de una tarde tranquila. Cada una tiene su peculiaridad, pero son muchos los que eligen la de San Antonio. Casi a diario acuden a este rincón Elisa López, Andrea Feijoo, Carolina Álvarez y María Álvarez con sus niños. Existen varias razones, pero la principal es que todos los pequeños estudian en Maristas, uno de los colegios cercanos a la plaza. Desde hace varios años, este lugar se ha ido llenando de cafeterías. No solo eso. Cuenta con un espacio grande, fácil de controlar desde todos los rincones, y con un parque infantil. ¿Qué más quieres, quieres más? María Álvarez, madre de Mauro, Cecilia y Martina explica que la plaza de San Antonio es, sobre todo, cómoda y los niños, controlados. No es fácil, además, terracear en verano en Ourense, si las temperaturas alcanzan ¡o sobrepasan! los 30 grados. Por eso ahora, con la primavera, los padres aprovechan durante más tiempo el paseo al aire libre. Mientras ellas se refrescan con varias consumiciones, los niños van y vienen. El pequeño Mauro lleva su pequeña moto de aquí allá. «Lo más importante es que ellos se puedan mover y jugar, y que nosotros y ellos nos podamos ver en todo momento. Además, están muy alejados de los coches y eso es muy importante», explica María Álvarez. Cualquier tarde de primavera, la plaza está llena de gente. A veces los padres se turnan en la zona de juegos infantil para comprobar que todo va bien. Incluso los camareros, que no paran, son parte del equipo. Sorteando a los pequeños, controlando sus juegos y sirviendo las mesas.

A FERRERÍA, PONTEVEDRA  

CAPOTILLO

Para terraza, Pontevedra. Toda ella es, de hecho, una gran terraza. En Pontevedra, los padres pueden darse al relax de tomar algo mientras sus hijos juegan. Es su filosofía, su objetivo y su segundo nombre: la ciudad de los niños. Es así como le gusta verse, así como les gusta disfrutarla a esos padres jóvenes que cada tarde, sobre todo, los fines de semana, abarrotan los espacios públicos de la zona monumental. Allí comparten su reinado con los locales de hostelería que tienen como principal reclamo sus veladores. Se nota cuáles cuentan con terraza y cuáles no. A partir de mayo, haga frío, calor, lluvia o un sol infernal los pontevedreses eligen su refrigerio en base a la posición del sol, el número de mesas y la superficie disponible para que los más pequeños se entretengan con sus amigos. La praza da Ferrería es solo una de ellas. Posiblemente, la más expuesta a los paseantes, turistas y vecinos, y la más amplia. Tres cafeterías, alguna bocatería y unos soportales delimitan el campo de batalla de niños y adultos y la frontera entre ambos. A un lado del inmenso espacio, llano y sin apenas obstáculos, un puesto de helados y chucherías y entre medias otros locales de ropa, helados de yogur y complementos, además del convento de San Francisco.

Las palomas juegan su papel cuando los juegos se acaban, y solo la ilusión de dominar el vuelo de los animales vivos mantiene encendida la atención de los más pequeños. Si se trata de aprovechar el paseo dominical o vespertino para posturear, A Ferrería es una apuesta segura. Tanto las terrazas del histórico y renovado Savoy como la del también histórico y renovado Carabela y el más reciente San Francisco están diseñadas para ver y ser visto. No son las más baratas pero sí las que ofrecen una vista panorámica más completa del corazón del casco viejo.

LA URBANA, A CORUÑA  

PACO RODRÍGUEZ

VERMÚ CON NIÑOS, PLEASE

Si andan por Coruña, nos vemos en la plaza de la Urbana. Vale, hacemos extensiva su propiedad al Baobab y A Buserana, entre otros locales que también dan mucho a este recogido lugar donde se crece la patercomunidad que lleva el cansancio con gafas de sol: «Aquí suelen venir padres primerizos, de entre 33 y 40 ?afina César, de La Urbana Bar?. Vienen en pandilla y aprovechan que el lugar es tranquilo, está acotado y no hay tráfico para tomarse una caña, un vermú o una copa mientras sus hijos juegan». Toman el aire, «un Izaguirre rojo con un toque de canela, y si son más de blanco, Martini». Este también es lugar para perros. «Niños y perros lo pasan bomba aquí».

¿Quién dijo que los niños no salen a la calle a jugar? Pelotas en esta plaza verán pocas, que los peques (será por no molestar ;-) se dan más a pintar la tarde con tizas o al Paloma blanca paloma negra que mira tú sí ha hecho infancias.

Ojo a las mariolas de esta plaza. Y a saltar sin miedo. Que le cubren las espaldas las calles Orzán y Picos, y vaya por delante San Andrés. La alternativa a la plaza de Vigo empieza a ganar terreno hacia la Cormelana. «Seremos más gente a hacer zona, más locales con cocina, ¡y eso va a ayudar!», apunta César. Mientras tanto, la movida es familiar, diurna, aunque rebase el mediodía y se acomode sin complejos para hacer larga la tarde.

La plaza se llena especialmente los viernes a partir de las seis y los sábados y domingos entre las 13.00 y las 15.00. Es el revival de ese clásico: la sesión vermú. «Aquí viene, sobre todo, gente que, al tener hijos, ya no sale de noche y aprovecha el día mucho más», cuentan. Aquí tomar el sol es la caña, y si la cosa funciona nos ponemos sin más en la hora de comer. ¿Brochetas de pollo, tortilla... arancini? Pues también... que esta especialidad italiana no es una croqueta cualquiera. En La Urbana las hace Vicenzo, calabrés.

A terracear a gusto. Como te quedes sin plaza, no vas a poder jugar.