«Antes ligábase na discoteca coas lentas, pero deixaron de poñerse»

Xosé María Palacios Muruais
xosé maría palacios VILALBA / LA VOZ

LUGO CIUDAD

La sala Hermo lleva abierta desde 1975 y ha ido evolucionado con las modas

22 feb 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Cada 9 noviembre, «como siempre sin tarjeta», es una fecha señalada para los aficionados a la música de Cecilia, que compuso y cantó Un ramito de violetas, y de Manzanita, que la grabó en una popular versión. Y es también una fecha importante, aunque no lo sepan, para miles de personas, que eran jóvenes cuando cantaba Cecilia o que ni siquiera habían nacido a mediados de los setenta.

El 9 de noviembre de 1975 empezó todo. Todo en este caso es Hermo, aunque es más claro y hasta más justo decir Hermo de Muimenta, pues la discoteca ha contribuido a extender el nombre de la localidad de manera rotunda. Antonio Morán tenía una panadería, solía organizar las fiestas de la población y tenía relación con representantes de orquestas. Compró terrenos cercanos a su casa; se puso manos a la obra, expresión válida porque tomó parte activa en los trabajos... y llegó el día comentado.

«Foi un éxito total», recuerda Pilar Morán, hija suya: hoy lleva las riendas del negocio, pero ya participó en la jornada inaugural, atendiendo el ropero. Si se comparase la discoteca con un vehículo, podría decirse que enseguida alcanzó unas altas prestaciones en carretera, casi sin necesidad de rodaje. Prueba de ello es que en enero de 1976, apenas dos meses después, actuó en la sala Rumba 3 y que en diciembre llegó a Muimenta Manolo Escobar.

El cantante demostró en Hermo su gran poder de convocatoria, pues hubo dos pases y aun así se quedó gente sin poder ver en directo al intérprete de Mi carro. Aquel 76 fue un año de actuaciones destacadas, ya que también se subieron al escenario de la sala Los Bravos -que levante la mano quien no ha tarareado alguna vez Back is black o bailado al son de la voz de Mike Kennedy- o Bruno Lomas. En 1977 actuó Al Bano: «Quedou encantado», recuerda Pilar Morán, que además detalla otros nombres famosos que en 1978 hicieron escala en Muimenta: Lorenzo Santamaría, que tuvo en Para que no me olvides uno de sus grandes éxitos, o Rocío Jurado fueron algunos de ellos.

Son figuras famosas, aunque la lista se haría interminable si se citasen las muchas orquestas que también tocaron y cantaron en Hermo, ya que la sala empezó siendo eso, una sala de fiestas. Por eso, en aquellos tiempos, no solo había ritmos pegadizos y algo rápidos sino también otros menos agitados, menos indicados para mover el esqueleto que para iniciar una conversación: «Antes ligábase na discoteca; había as lentas, pero deixáronse de poñer», comenta Pilar Morán. La gente esperaba esas canciones, aunque los gustos cambiaron y el repertorio varió.

Eso no quiere decir que no se baile de una manera algo parecida a la de entonces, ya que la música latina parece disponer de un hueco más o menos seguro. Pero hay que recordar también que si años como los citados quedaron grabados por los famosos artistas que pisaron la discoteca, 1991 pasó a la historia de Hermo por la llegada del primer gran equipo de música, en tanto que 1992 también merece un hueco al repasar la trayectoria del local: se incorporó el pinchadiscos Ducho Martínez, que aún forma parte de la plantilla. Pilar Morán, al frente desde 1999, habla con gusto de décadas pasadas, pero comenta el presente con no menos agrado.

Atrás quedan los años del domingo como día de salir y con horario de cinco de la tarde a once de la noche. Hermo abre ahora los sábados -ha funcionado tres veces en lo que va de año- , y luce una longevidad que para otros locales ha sido simplemente imposible. ¿Y qué decir de la crisis? «Nótase. ¿Onde non?», dice. ¿Habrá Hermo dentro de otros 40 años? «Espero que lle queden anos, pero é difícil», comenta.