La vía de las curvas, las señales, las parrilladas y los puticlubes

Suso Varela Pérez
suso varela LUGO / LA VOZ

LUGO CIUDAD

Los conductores tienen que realizan más de 20 cambios de marchas para reducir y acelerar por los cambios de velocidad

10 dic 2015 . Actualizado a las 23:31 h.

La N-540, la nacional que une Lugo con Ourense, necesita con urgencia un recambio para cumplir la función de unir ambas capitales del interior de Galicia. La apertura de la A-54 hacia Santiago y del corredor de Nadela a Monforte ha dejado obsoleta una vía que hoy en día se ha convertido en una carretera para circular entre localidades de ámbito agrario. El famoso Plan Galicia marcaba en el 2010 la finalización de una autovía entre Lugo y Ourense, la A-56, que con el paso de los años se ha convertido en tanta quimera como las eternas promesas de un AVE entre ambas ciudades. El viaje de Lugo a Ourense por la N-VI, la N-540 y la N-525 supone casi 99 kilómetros en una hora y 18 minutos; frente a 109,4 kilómetros y una hora y quince minutos que supone el recorrido por el corredor de Monforte y la N-120.

Un trazado trufado de curvas peligrosas

La salida de Guntín, un suplicio. Si hablamos de la N-540 camino hacia Ourense, las famosas curvas de Guntín son un anacronismo de las infraestructuras lucenses. Se trata de un trazado sinuoso, donde no se puede superar los sesenta por hora y con zonas sombrías en el invierno que complican la circulación. Cuando un conductor atraviesa este tramo se le vienen a la memoria los trazados de la vieja N-VI por Pedrafita hacia Madrid. Es el tramo más extremo, pero gran parte del recorrido de la nacional tiene curvas peligrosas, algunas de ellas con varios fallecidos o heridos graves por accidentes, como la zona conocida como «as curvas do Torrón», en el entorno del kilómetro 36, cerca de los desvíos hacia Lalín y Portomarín.

La carretera de las 700 señales

Un continuo cambio de velocidad. Uno de los mayores problemas que tiene la carretera nacional hacia Ourense es el elevado número de señales, más de 700 en todo el recorrido en ambas ciudades. Y buena parte de la señalización vertical es relativa a continuos cambios de velocidad, pasando en numerosos tramos de 100 a 50 kilómetros por hora. Tal batiburrillo de señales llega a generar confusión en los conductores, que en algunos momentos no sabe a qué velocidad debe circular. Un ejemplo es en la larga recta de Pitón, en Vilamarín, donde existe una señal de 60 por hora pero nunca aparece la señal de fin de esa limitación. Estos cambios constantes lo que provocan es que en la hora y veinte minutos que se tarda en hacer el recorrido entre Lugo y Ourense se tengan que realizar más de 20 cambios de marchas para reducir y volver a acelerar, lo que aumenta el gasto en combustible. Además, es habitual circular por rectas o por carriles de adelantamiento con la velocidad limitada a 80 e incluso a 70 por hora.

Baches y saltos

Hay zonas sin cunetas. Otro de los problemas que tiene la N-540 en su falta de conservación y que el trazado no ha tenido mejoras evidentes en los últimos años. Además de haber tramos sin cunetas, sobre todo cuando atraviesa pequeños núcleos de población, hay otros donde el firme está en muy mal estado, con baches y parches. A Barrela y Chantada es un ejemplo, así como en la zona de As Neves. Tampoco el final de la N-540, antes de conectar con la N-525 en Cambeo se libra de badenes y firme irregular. También hay zonas con parches entre Esperante y O Picato, en Lugo.

Una carretera con servicios

Negocios de todo tipo. Una de las ventajas que sí tiene el recorrido de esta nacional con respecto al corredor por Monforte es que un viaje en coche por la N-540 sirve para comprobar la vida intensa diaria de numerosas personas: se atraviesan zonas ganaderas -con la presencia de vehículos agrarios en la calzada-, se puede repostar gasolina, hay varias zonas donde comer y bastante bien -no hay más que circular sobre la una de la tarde y ver dónde paran los camioneros, se puede comprar en negocios locales sin salir de la carretera -como en Guntín o en A Barrela; y hasta perviven los negocios de clubes de alterne, como los de la bajada de O Picato, el ubicado cerca de Cambeo o el famoso del alto de San Roque, que antes fue una granja agrícola.