La Muralla tiene enemigos: las plantas, la lluvia, el frío, los coches y el hombre
LUGO CIUDAD
Icomos relata en su último informe el diagnóstico y el tratamiento para su conservación
01 dic 2015 . Actualizado a las 17:46 h.La Muralla de Lugo es un ente vivo; tanto, que, como un ser humano, tiene sus achaques y sus fortalezas. Y la manera de solventarlos es una permanente revisión por parte de sus dueños y el mismo y el cuidado de los ciudadanos. Esta simplificación de unos hechos complejos fueron analizados y expuestos en el último informe que Icomos, el organismo dependiente de la Unesco, hizo sobre el monumento romano. Fue realizado el pasado año, y en él se indican los problemas que se deben de tener en cuenta y las mejoras que se han realizado en los últimos años.
El tráfico y las grietas
Más peatonalización para evitar vibraciones. Icomos consideran que el tráfico de vehículos no le sienta bien a la Muralla; ni siquiera las obras que se ejecutan en la Ronda. «El tráfico, las vibraciones, aceleran el proceso de degradación y aumentan la presión que provoca las grietas y las deformaciones del monumento», analiza el estudio. Para solucionar este problema, Icomos propone medidas encaminadas a la reducción del tráfico en la Ronda y en el centro histórico. También solicita que se hagan más zonas peatonales tanto dentro del recinto amurallado como en el exterior: «Anillos peatonales y zonas verdes», dice. El Concello lleva años en el intento de crear la Ronda Interior, que además de mejorar la estética del monumento ayudaría a evitar el problema que expone Icomos. Otra cuestión es el tráfico en la Ronda. Icomos certifica que tanto la Xunta como el Concello tienen planes para intentar corregir y prevenir este tipo de daños. De momento no se conocen.
Con humedad, vegetación
La niebla no deja pasar el sol. Icomos señala que debido a la situación ambiental y las condiciones meteorológicas de Lugo («escaso sol, radiación, lluvia, niebla, etcétera») las paredes de la Muralla están expuestas a alta humedad relativa, «que aumenta la proliferación de microorganismos y plagas que afectan al muro en su integridad». La solución que se propone es la que se está ejecutando en estos días: «Eliminación de vegetación aplicando tratamientos manuales, con supervisión y mantenimiento de la limpieza». Incluso, pide que se haga un informe anual que recoja los estudios mensuales sobre el seguimiento y el tratamiento empleado». Un equipo de la Universidade de Santiago, tras analizar la situación de la flora que coloniza las paredes del monumento, presentó el pasado octubre a la Xunta el protocolo de actuación para la eliminación de las hierbas. Este mismo equipo de investigadores, de la Escola Politécnica, será el encargado de la supervisión de los tratamientos.
El agua y las filtraciones
Asentar el pavimento del adarve para evitar bolsas. La acumulación de zonas de agua en la Muralla provoca las temidas filtraciones, que a su vez, señala Icomos, acaban afectando a los materiales y a su estabilidad. Para intentar paliar este problema se propone una solución que la Xunta ya ha realizado. Se trata de obras de impermeabilización en el propio pavimento del adarve, además de eliminar conducciones de líneas de electricidad, elementos metálicos y restos de estructuras antiguas. Los caminantes que pasean por el adarve habrán visto pequeños surcos a lo largo del firme, precisamente para intentar evacuar el agua hacia el exterior, evitando las bolsas de agua que acaban siendo absorbidas hacia el interior. De ahí a los derrumbes, hay un paso. Icomos en el informe señala la necesidad de hacer una supervisión semanal de pavimentos, drenajes y sistemas de impermeabilización «como medida preventiva para evitar el agua en el muro».
Fauna y flora viven felices en los muros
Control exhaustivo para evitar males mayores. Las plagas, las malas hierbas y otras especies leñosas, así como aves que anidan en la Muralla, «provocan físicamente fallas en la estructura y a nivel químico afectan a los materiales». Icomos considera que estos factores son determinantes para la estabilidad del monumento. Propone el control de la vegetación (que se extrae de manera manual: por ejemplo, estos días y durante dos meses) y la aplicación fitosanitaria, con tratamientos en primavera y en otoño. Está en proyecto una investigación para el uso de nuevos herbicidas. En cuanto a la fauna, este mismo verano se han controlado los vencejos que anidaron en la primavera y el verano, antes de marcharse para vivir en África. Se están realizando seguimientos de las aves que viven en la Muralla con el fin de saber cuáles son las perjudiciales y cuáles no para el monumento.
La mano del hombre que destruye
«La policía debe supervisar». Icomos es muy claro en el diagnóstico: «Robos, grafitis, uso inadecuado del monumento, destrucción del mobiliario (las luces), deterioros en las paredes y daños intencionados en el tejido». Los últimos lanzamientos de piedras a conductores desde el adarve lo atestiguan. Apunta Icomos que las pinturas y los grafitis en las paredes pueden dañar el tejido del monumento. El organismo de la Unesco deja claro que además de la restauración de los daños es necesaria la intervención de la policía para el buen mantenimiento de la Muralla. Icomos constata que al ser un monumento abierto al público y formar parte de la estructura urbana de la ciudad, es necesaria su vigilancia.
Amenazas urbanísticas
«Regulación de la altura de los edificios». El informe de la Unesco valora como negativo el impacto de algunos edificios y del urbanismo en general sobre la Muralla, pero no analiza cuáles son ni qué peligros puede haber. Destaca el papel que juega el Pepri y la ley de patrimonio de la Xunta como elementos que velan por el urbanismo interno de la ciudad, pero señala que las administraciones «tienen un impacto directo en la protección de las paredes de la Muralla, en términos de planificación del tráfico, la creación de espacios abiertos y la regulación de altura de los edificios». Aun así, hay que recordar que en los 15 años que lleva la Muralla como patrimonio mundial solo en una ocasión intervino Icomos, tras advertencias hechas por historiadores y arqueólogos de Lugo. Se trataba del proyecto para construir un auditorio en el cuartel de San Fernando. En mayo del 2007, María Rosa Suárez, entonces presidenta de Icomos en España, recomendó a la Xunta y al Concello: « Se deben evitar las posibles afectaciones visuales negativas derivadas del proyecto en cuestión (...) y se recomienda que el cuartel de San Fernando se destine a otro uso compatible con su categoría, que no afecte a sus valores, a su autenticidad y a su integridad y que se igualmente respetuoso con los valores espaciales, formales y ambientales del centro histórico lucense». Ocho años después, la Muralla sigue con sus achaques -incluso visuales, como el discutible ascensor o las obras en la vieja cárcel- pero el cuartel vive en la ruina sin que Icomos decida ahora velar por su futuro.