Unas 50 personas de Galicia, Asturias, País Vasco o Bélgica viven en las aldeas de la vieja comuna
22 mar 2015 . Actualizado a las 09:15 h.En las casas no hay agua caliente ni calefacción, solo cocinas de leña, y aunque la luz llegó «hace seis o siete años, cuando construyeron la pista» para que llegasen los coches y no hubiese que cruzar el embalse en barca para todo, tampoco tienen televisión. Los ritmos de los 50 habitantes de Ernes, Vilar, Foxo, Castelo, Vilauxín y Escanlar se rigen por el sol. «Aquí la naturaleza es muy fuerte, te hace difícil la vida porque el invierno es duro, hay mucha niebla, nieva..., pero a la vez te da mucha energía», explica Alfonso, que llegó a la comuna a principios de los ochenta. Él es uno de los personajes curiosos y libertarios, con edades y motivaciones muy variadas, que habitan esta tierra escarpada a caballo entre Galicia y Asturias apostando por un modo alternativo de vivir. Sin horarios, sin jefes, sin imposiciones, sin noticias... «Este inverno entereime de que estabamos illados pola neve cando me chamou miña nai, que o vira na tele», bromea Xaquín, arquitecto. Todos subrayan que la libertad de la que disfrutan en Negueira «vale tanto» que compensa cualquier precariedad económica. «Estamos convencidos de que no tenemos que matar la tierra, sino seguir viviendo en ella», comenta Roi, un sociólogo de Ferrol que reside con su pareja, Usoa, y su hijo Oriol. «Al llegar a Ernes dije: ?Este es mi sueño?», confiesa Luz, belga de 46 años que lleva 23 en Negueira. -¿Pero no hay estrés? «Aquí te puedes estresar igual. Cuando tienes en la cabeza más cosas de las que puedes hacer te puedes agobiar igual que en otro lado», concluye Alfonso.