Ciudadanos, otra vía de agua en el PP de Lugo, ya «tocado» por Mosquera

Enrique Gómez Souto
enrique g. souto LUGO / LA VOZ

LUGO CIUDAD

En Lugo, en la neblina preelectoral, se dibujan diversas opciones locales que están en su mismo terreno y se ofrecen como refugio para votantes confusos y afiliados hartos de mojarse en balde.

01 mar 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

En Lugo, ahora que el paisaje político se ve bajo el filtro del pertinaz chirimiri preelectoral, la apariencia de la cosa pública se corresponde menos aún con la realidad de lo que es habitual. Bajo la llovizna de promesas explícitas o sugeridas, el día a día institucional requiere tirar del código de precampaña para su interpretación. Y hay decisiones, comportamientos, estrategias que se escapan del código y desnortan hasta a quienes se ven en la obligación de defenderlas. Eso le pasa al PP lucense con la conselleira de Sanidade, que mañana, por segunda vez, será declarada persona no grata por una institución lucense por su postura en relación con los nuevos servicios demandados para el hospital de Lugo (HULA). Bajo el calabobos preelectoral los perfiles se difuminan e inducen a confusión. Ante las urnas, la confusión es un grave riesgo para cualquier partido, incluso para el PPdeG. En Lugo, en la neblina preelectoral, se dibujan diversas opciones locales que están en su mismo terreno y se ofrecen como refugio para votantes confusos y afiliados hartos de mojarse en balde.

Rocío Mosquera, conselleira de corazones rotos, seguramente tiene cualidades políticas que aún están sin descubrir. Pero en Lugo, señaladamente en el PP de Lugo, querrían descubrirlas cuanto antes, a ser posible antes de que el daño electoral sea mayor. Solo el sentido de la disciplina, o el temor a perder puntos para posibles canonjías futuras, explica el silencio de los corderos que reina en el PP de Lugo. Solo alguien con el aval de una dilatada trayectoria política cuajada de éxitos locales como es el alcalde de Friol, Antonio Muíña, se atreve a decir que su partido se equivoca de estrategia en la cuestión del HULA. Dice lo que piensa como ciudadano, como alcalde, como médico y porque sabe, por propia experiencia como paciente, lo que vale un peine en materia hospitalaria. Otros, muchos, en privado expresan opiniones mucho más contundentes acerca de la conselleira de Sanidade; pero callan en público. Y hay, claro, quien intuye que, si Mosquera hace y dice lo que hace y dice, será porque la jefatura, esto es el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijoo, le da luz verde para hacerlo y decirlo. Hay en Lugo quien sospecha que en alguna parte del PPdeG alguien recuerda desde hace semanas con insistencia el desconcertante comentario de Franco al conocer la suerte corrida por Carrero: «No hay mal que por bien no venga».

Pasan los días y se acerca mayo a velocidad de vértigo en el calendario político. Barreiro, presidente del PP lucense, hace equilibrios en la cuerda que le aflojan desde Santiago (si no es así, parecer, parece) y al candidato a la alcaldía, Jaime Castiñeira, le cae encima, con riesgo de aplastamiento, la losa del socialismo irónico que es Orozco y del socialismo cáustico que es Luis Álvarez. Y luego están los enredos en la propia casa popular en el territorio municipal, con sus tuits y sus cosas. Lo dijo por la vía citada el concejal Arcadio Silvosa, periodista con muchas millas en el cuentakilómetros profesional que sabe decir lo que quiere decir. «Se observan demasiados nervios en «aspirantes» a integrarse en listas para las próx. #Elecciones ,dond se prevé q + d 1 se llevará un palo...».

Las citas con las urnas nunca son fáciles para ningún partido. Pero hay algunas peores que otras. Estas que vienen son, o parecen, muy difíciles para el PP. Además de Foro Lugo, UPyD y las listas que dicen que no son ni de izquierda ni de derechas, llega al panorama electoral lucenses Ciudadanos. En su directiva no hay nadie con experiencia política anterior, aunque sí hay alguna cara conocida como la del sindicalista Jesús Expósito, hasta ahora presidente de la junta de personal del Concello. Llegan con el capital de la ilusión intacto, y con él como único recurso. Tienen un incierto futuro pero están dispuestos a dar guerra en el ámbito local, convencidos como Roosevelt de que «en la vida hay algo peor que el fracaso: no haber intentado nada». Mientras, al socialista Orozco, en pleno proceso de reinvención y luciendo ya el músculo de las obras, le van bien algunas cosas en el campo judicial, en el que avalan el embargo de una casa al IGVS (a la Xunta, por tanto) por no pagar el IBI de sus inmuebles. El PP, en los mismos días, se dedica a buscar hierbas secas en el polígono industrial de As Gándaras, algún columpio falto de grasa y exceso de arena en alguna calzada. Parece poca cosa para romper la resistencia, bajo el chirimiri preelectoral, de Orozco y de la conselleira Mosquera.