Mira que somos tercos

Ernesto Sánchez Pombo
Ernesto S. Pombo EL REINO DE LA LLUVIA

LUGO CIUDAD

17 ene 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Si hubiese bajo el firmamento otro pueblo como el gallego, este planeta, que tanto mimamos, sería un caos. Razón tienen los que dicen que los gallegos somos imprevisibles, tozudos y maniáticos. Y caprichosos, añado yo. Nos entran unas manías inexplicables. A todos a la vez.

Esta semana se nos ha ocurrido irnos en tropel a los servicios de urgencias, a pasar allí un rato largo. Es sorprendente, pero la epidemia afectó por igual en A Coruña, Vigo o Lugo, que ya es tener puntería y coordinación. Y claro, colapsamos las dependencias, porque no hay servicio que soporte tanta afluencia, tanto capricho y tanto gallego.

El de urgencias es un problema de confort, como acertadamente dijo la conselleira Mosquera. Cuando uno va allí no busca que lo curen; busca estar cómodamente instalado para pasarse 24 horas mantenido y cuidado, parloteando feliz de Irina y Cristiano y de la paternidad del rey. Pero esta vez se planteó un serio contratiempo porque los gallegos además de llegar a borbotones, sin número para el turno, empezamos a quejarnos de la gripe, que es una enfermedad desconocida e imprevisible, y la consellería y los mandamases sanitarios no supieron qué hacer con tanto badulaque. Aunque no deberíamos de andar con estos caprichitos porque ahora que ya tenemos ley mordaza, pueden costarnos un serio disgusto tanta reunión y tanto esparcimiento.

Nada de esto ocurre en cualquier otro país del planeta donde no hay gallegos. Porque allí la gente solo va a urgencias cuando está enferma. Y porque a los que van se les respeta.