Montañas heladas y sin habitantes

La Voz

LUGO CIUDAD

Colgante gravetiense de Cova Eirós, hecho con un diente de carnívoro
Colgante gravetiense de Cova Eirós, hecho con un diente de carnívoro

10 dic 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

Los arqueólogos suponen que las sierras orientales lucenses quedaron totalmente deshabitadas durante la etapa más fría de la glaciación, ya que la presencia de glaciares y nieves perpetuas y la escasez de vegetación y fauna debieron de convertirlas en un territorio no apto para los grupos humanos. En los yacimientos de Cova Eirós (Triacastela) y Valdavara (Becerreá) se han encontrado rastros arqueológicos de épocas inmediatamente anteriores y posteriores al Último Máximo Glacial, pero en esas zonas no se conoce ningún asentamiento del mismo período que el del monte de Valverde.

En Cova Eirós se descubrió hace pocos años el rastro de una ocupación de la cultura gravetiense -la primera hallada en Galicia-, que fue datada en unos 26.000 años. Esa época se sitúa en los inicios del Máximo Glacial, cuando la zona aún podía ofrecer unas condiciones soportables para los humanos. En los siguientes milenios, según la hipótesis que manejan los investigadores, eso ya no sería posible. Cova Eirós está a una altura de unos 780 metros sobre el nivel del mar. Un poco más arriba, entre los 800 y los 900 metros, los glaciares y la nieve perpetua eran el paisaje predominante durante la última glaciación.

Por otro lado, en el mismo yacimiento se encontró un nivel sedimentario datado en unos 17.000 años, en la última etapa del Máximo Glacial, cuando el clima se iba volviendo progresivamente menos frío. En ese período aún no hay evidencias de ocupación humana en la zona.

Fuertes vientos

El análisis de las capas de terreno de esa época sugiere una formación eólica en los sedimentos del piso de la cueva. Es decir, que el suelo de la cavidad se formó en gran parte con tierra arrastrada por vientos muy fuertes. Los pólenes fósiles indican por otro lado que la vegetación era muy pobre y escasa. Las condiciones climáticas y biológicas que se desprenden de esos datos apuntan a que el valle de Cancelo -donde se encuentra la gruta- todavía era un lugar demasiado inhóspito para los grupos humanos, lo que posiblemente sucedía en otras zonas de montaña situadas a parecidas alturas. La repoblación de estos territorios, en opinión de los especialistas, debió de llevarse a cabo de forma muy paulatina durante los siglos y los milenios que sucedieron al Último Máximo Glacial.