Galicia dobló los espacios peatonales en los últimos siete años en las ciudades

maría santalla REDACCIÓN / LA VOZ

LUGO CIUDAD

Santiago abrió el camino de transformación de los entramados urbanos que hoy lidera Pontevedra, que ha liberado de tráfico 400.000 metros cuadrados en el casco y su entorno

13 oct 2014 . Actualizado a las 11:03 h.

Echar la vista 25 años atrás nos devuelve la imagen de ciudades en las que los automóviles han copado el espacio. Circulan por los cascos históricos y aparcan en doble o incluso triple fila en las calles comerciales. El peatón no lo tiene fácil: las aceras no son muy anchas, y muy probablemente tenga que sufrir el atrevimiento de algún automovilista que, ante la falta de aparcamiento, ha decidido subir su coche al bordillo de la acera. Hay que hacer algo, comenzaron a pensar entonces algunos dirigentes municipales. Y ese pensamiento se trasladó a los manuales de urbanismo a través de términos como ciudad sostenible o, el más de andar por casa, peatonalización. Fue así como, al principio tímidamente y cada vez de forma más decidida, los centros de las ciudades fueron limitando el uso de los vehículos a motor. Ese camino todavía no se ha cerrado: en Madrid saltó la polémica hace unas semanas cuando se anunció el cierre del centro al tráfico.

En Galicia fue Santiago la urbe que decidió abrir esta vía. Consciente del potencial de su casco histórico, no tardó en recuperarlo casi en su totalidad para los peatones, un proceso que se combinó con acciones de rehabilitación de sus viviendas. El siguiente peldaño fue volver la vista hacia el ensanche compostelano, y en este caso se apostó por una opción más moderada: las calzadas perdieron amplitud en favor de las aceras y desaparecieron del centro las vías con doble sentido de circulación. En la convivencia entre el coche y el peatón, este fue ganando terreno. En la actualidad, el Concello está reurbanizando todo el perímetro, tratando de suavizar las diferencias entre el casco histórico y el ensanche. En este programa figuran acciones como las que se han realizado recientemente o se proyectan en la rúa de San Pedro o en Carreira do Conde.

Pero si a la hora de apostar por la peatonalización Santiago fue la primera, Pontevedra se ha distinguido en los últimos años por impulsar una acción decidida para priorizar el uso peatonal frente al tráfico rodado. Esta línea de actuación le ha granjeado al Concello pontevedrés multitud de premios, algunos de ellos de reconocimiento internacional. De hecho, esta misma semana la villa del Lérez será sede del segundo congreso Ciudades que Caminan.

Las medidas de peatonalización han librado de vehículos en el casco histórico y su entorno una superficie de 400.000 metros cuadrados. Si a ello se le suman las zonas verdes, el cálculo del Concello es que, de los 4,3 kilómetros cuadrados que ocupa la superficie urbana, 1,1 están reservados a los peatones. En el resto se han realizado actuaciones para dar preferencia a los desplazamientos a pie, ampliando aceras y limitando el tráfico a un solo carril, de manera que en el entorno urbano queda menos de un kilómetro cuadrado de ciudad por tratar. Pero Pontevedra quiere más. Las previsiones pasan por completar el modelo en aquellas zonas en las que todavía no se ha implantado y dar pasos adelante en otras medidas como la potenciación del uso de la bicicleta.

En Lugo casi todo el casco histórico, muy bien delimitado por la muralla, es peatonal. Solo cuatro calles en su interior permiten el tráfico rodado. Además, pequeñas zonas en el exterior de la muralla romana están también reservadas a los caminantes, entre ellas el recientemente peatonalizado puente romano.

Igual que ocurre en Lugo, en A Coruña las calles peatonales se concentran en el casco histórico, donde hace pocas semanas que se decidió dar un impulso a la peatonalización incluyendo la Ciudad Vieja, por la que hasta entonces todavía circulaban vehículos. Tras esta actuación, la superficie peatonal de la ciudad suma, según el Ayuntamiento, 600.000 metros cuadrados, que divididos entre sus 245.923 vecinos da como resultado una media de 2,43 metros peatonales por habitante. En Ourense está libre de tráfico la zona histórica, declarada bien de interés cultural, a la que hay que sumar algunas calles más en los barrios modernos. En total son dos hectáreas de suelo peatonal y, según confirman desde el Concello, no están previstas más actuaciones de este tipo.

En el caso de Vigo, la peatonalización afecta también a algunas calles de la parte más antigua de la ciudad. En la actualidad se plantea su ampliación a otras áreas como la de Churruca, aunque la ciudad olívica ha apostado más por actuaciones que facilitan el movimiento peatonal pero no suprimen el tráfico rodado.

En el grupo de las siete ciudades gallegas, la que tiene un menor espacio peatonal es Ferrol, donde solo tres calles -Real, Dolores y María- están parcialmente vetadas al tráfico, según reconoce el Concello, que tramita una ordenanza de regulación del estacionamiento en la que se delimitan algunas zonas, llamadas verdes, reservadas exclusivamente para residentes.

Pero el interés por liberar de coches las zonas urbanas no es patrimonio exclusivo de las grandes ciudades. Muchas localidades gallegas están dando pasos en esta línea. Frente a ellas, la necesidad de peatonalizar otros entornos -como la plaza de Fefiñáns en Cambados o el puente viejo en Monforte- es desde hace años objeto de polémica en sus respectivas localidades.