La hora del comercio local

José Picado Carballeira GENTES DE TRATO

LUGO CIUDAD

28 ene 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

La burbuja de los centros comerciales se está desinflando. Es verdad que en Galicia, al contrario que en otras zonas de España, asistimos a la teima por continuar abriendo centros (en Ferrol se acaba de abrir Parque Ferrol y existen proyectos para Lugo y Vigo), pero también lo es que las expectativas de tráfico de consumidores y generación de negocio en la mayoría de ellos no se cumplen. Algunos están en números rojos desde hace unos años y otros han tenido que cerrar pocos años después de su apertura. El más reciente, Dolce Vita, en A Coruña.

Lo que parece claro es que estas «catedrales del consumo» se enfrentarán a la salida del túnel de la crisis con la necesidad de reinventarse, de encontrar un nuevo modelo de negocio que no esté basado en las promociones permanentes que lleven a sus inquilinos a declinar la nefasta ecuación «vendo más con menos margen, me arruino antes». Porque tendrán que competir con que la inmensa mayoría de los consumidores tiene menor capacidad de gasto; se está generando una mayor y mejor oferta en las tiendas locales, las «de toda la vida»: mercados, plazas de abastos, ultramarinos, comercios, bares y tabernas, panaderías..., y los nuevos espacios con nuevas fórmulas, servicios y decoraciones: taperías, vinotecas, tiendas de artesanía, de productos sostenibles, vintage...; y las Administraciones públicas apoyarán sin timidez tanto a los comercios tradicionales como a las zonas y calles de mayor impacto comercial, a través de fashion nights, noites brancas, y líneas de subvenciones para proyectos de actualizaciones.

Pero lo más importante, la variable que no se ve y que tendrá mayor impacto, será la racionalización de la compra, la reflexividad del consumidor a la hora de comprar. Cada vez se compra menos impulsivamente: del «a ver qué encuentro» y del «algo traeré que esté bien de precio» se está pasando al «compraré lo que necesito», «hice una lista en papel o en mi móvil», «prefiero ir más a menudo y gastar menos cada vez», etcétera. Todas estas son ya respuestas habituales. Pero aún hay más. Esta compra razonable se está acompañando de una compra solidaria. La compra y el consumo en el barrio. «Prefiero apoyar al negocio de la esquina que las está pasando canutas y cada vez lo fríen con más impuestos», se dice.

Es el momento de las tiendas locales, pequeñas, cercanas, las que hacen en buena medida sostenible la actividad y la vida en los barrios y los centros de las ciudades. Ojalá los comerciantes de siempre y los emprendedores lo sepan aprovechar y los consumidores definan con sus compras en qué tipo de ciudades y qué modelo de consumo quieren para los tiempos venideros.