Varias localidades gallegas, se hacen con un pellizco del segundo premio

Antonio Garrido Viñas
Antonio Garrido VILAGARCÍA / LA VOZ

LUGO CIUDAD

El número 69.362, dotado con 75.000 euros al décimo, ha sido vendido en el municipio coruñés de Negreira, en Oural (Lugo), las localidades pontevedresas de Cambados, Ribadumia y también en Vigo

07 ene 2014 . Actualizado a las 03:48 h.

No fue el gordo, pero algo es algo. Como describe Suso Alonso, el responsable de la única administración de la localidad pontevedresa de Ribadumia, un «bo belisquiño» es lo que el sorteo del Niño dejó ayer. Una serie del segundo premio fue vendida en ventanilla en el despacho que desde hace ya tres decenios regenta en Barrantes la familia Alonso. En total, 750.000 euros, es decir, 75.000 euros para cada uno de los diez décimos agraciados, que se quedarán en alrededor de 60.000 una vez descontados los impuestos.

El premio, al haberse vendido los billetes en ventanilla, está muy repartido, y el responsable de la administración desconocía ayer la identidad de los ganadores. La oficina estuvo cerrada durante todo el día, así que la afluencia de curiosos tampoco era demasiado numerosa. Por no ir, ni siquiera se acercó el propietario de la administración. Una inoportuna gripe lo dejó prácticamente fuera de combate y fue su empleada, Mari Carmen Díaz, quien posó para hacer la tradicional fotografía con el cartel con el número premiado impreso en rojo.

«Creí que era una broma»

«Al principio creí que me estaba gastando una broma», dice Mari Carmen sobre lo que se le vino a la cabeza cuando recibió el wasap de su jefe en el que ya le mandaba la imagen del cartel que publicitaba el premio. «Pensé que lo había hecho él», remacha. A su lado, y también presto para ayudar a sujetar el folio con el 69362 para hacer las fotografías de rigor, su hijo Nicolás, todo un crac del balompié «que metió más de cien goles la temporada pasada», dice orgullosa la madre del futbolista.

La conversación se produce ya a media tarde, con noche cerrada y la lluvia que parece advertir que volverá a atacar de nuevo con fuerza. La administración, que está situada en Barrantes, en una de las calles principales de Ribadumia, tiene las luces de sus carteles en el exterior encendidas, pero pese a ello -y a que la noticia ya es vox populi en la villa- apenas se acercan curiosos a preguntar por la identidad de los hipotéticos premiados. Con los alrededores de la localidad en buena parte inundados tras las abundantes precipitaciones caídas en O Salnés en las últimas horas, y con la amenaza de que la pleamar aumentara anoche los estragos en las tierras de cultivo, también es verdad que los ribadumienses, probablemente, estuvieran ayer más pendientes de la tormenta que asomaba en los oscuros cielos que del suave orvallo que les mandaron los niños de San Ildefonso.