El vino de Negueira de Muñiz también se suma a la madera

Benigno Lázare

LUGO CIUDAD

La única bodega que embotella en este municipio de la montaña lucense sacará este año 650 litros tras permanecer varios meses en barricas de roble francés

10 mar 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Que Negueira de Muñiz era una de las zonas tradicionales de producción de vino ya no resulta ningún descubrimiento a estas alturas. Sin embargo el municipio aún guarda algún secreto en este aspecto y Manolo Cancio López lleva años echando abajo bastantes prejuicios e ideas preconcebidas. No solamente mantiene la tradición vinatera sino que está en constante evolución, con una producción muy pequeña pero con una bodega y unos métodos actualizados.

La casa de Cancio es una de las 13 o 14 del municipio que siguen cosechando vino y es la única que lo hace con fines comerciales y que lo embotella bajo una marca, Panchín. Sin embargo, dada la reducida producción, en su negocio pesan tanto la afición y el romanticismo aunque desde una óptica de un buen conocimiento de lo que se trae entre manos.

Hace ocho años decidió darle una transformación radical a la bodega tradicional que tenían en el bajo de la casa paterna, que ya había experimentado alguna reforma con antelación. Construyó una nueva también a la entrada de la localidad de Negueira. Ocupa todo un bajo y desde el primer momento ya la dotó de todo lo necesario para una moderna elaboración del vino: cubas de acero, bombas, filtros, despalilladora, embotelladora y etiquetadora. Según señala, realizó una inversión de unos 60.000 euros, aunque tuvo una subvención del Leader Plus del 30?%.

Este año tiene una producción de unos 2.500 litros, de los que alrededor de 1.500 son de tinto de la variedad mencía, y los 1.000 restantes son blanco, en la zona denominado «do país», que es verdín de Cangas y que Manolo Cancio considera que puede ser un clon del legítimo de Betanzos.

En su línea de constante introducción de mejoras y de innovar, Cancio acaba de iniciar una nueva experiencia cuyo resultado aún tardará varios meses. Por primera vez destinó 650 litros a crianza en madera. Se trata de una cantidad pequeña pero importante teniendo en cuenta la limitada producción total. Aunque compró algunas más, llenó tres barricas de roble francés en las que mantendrá el vino tres o cuatro meses para darle «un toque».

Coincidiendo con la Feira do Butelo de A Fonsagrada inició el embotellado, debido a que la villa vecina consume una parte importante de su cosecha. Más de la mitad de la producción también la vende en determinados bares y restaurantes de Cangas y de otros lugares de Asturias, y el blanco lo tiene prácticamente todo reservado de un año para otro. Tanto para el tinto como para el blanco fijó un precio de tres euros por botella, pero el envejecido en madera aún no sabe a cómo lo venderá porque dependerá del resultado.