Hace más de medio siglo -52 años, para ser exactos- que Manuela Carballo parecía destinada a pasar por el quirófano por sus problemas de vesícula, que le causaban cólicos. Sin embargo, el remedio no estuvo en el bisturí sino en el poder medicinal del balneario de Guitiriz, adonde acudió para tomar unas aguas que le devolvieron la salud.
Hace varios años, se rompió una cadera, y el pronóstico apuntaba a una hipótesis, la imposibilidad de volver a caminar, que se encargó de desmontar. Su casa está al lado del tramo Momán-Cabreiros de la LU-170, y ella confiesa andar más a gusto por el asfalto que por los alrededores de la casa porque así no tropieza en la hierba; a sus hijos, en cambio, no les gusta que vaya sola por la cercanía de los coches.
De todos modos, los vehículos no son para ella algo ajeno o desagradable, pues no se marea al viajar. A Ferrol -en donde vive parte de su descendencia, como ocurre en otros muchos casos de familias de esta parte de la comarca de Terra Chá- se ha desplazado con relativa frecuencia, aunque también ha ido muchas veces a Lugo y alguna a A Coruña.
En un día como hoy, sin embargo, serán sus descendientes y no ella quienes se desplacen para acompañarla en la comida del día de su aniversario. Haya o no canciones, lo de cumpleaños feliz parece apropiado para la ocasión.