TRÁFICO Y VIDA | O |
10 nov 2005 . Actualizado a las 06:00 h.ESTE reciente atropello con muerte de dos peatones, en Friol (Lugo), parece resucitar los viejos perjuicios que marcaron la evolución del tráfico en Galicia desde el inicio mismo del proceso de automoción. Cuando en España las estadísticas de la accidentalidad en el tráfico señalaban porcentajes de atropellos con muerte de caminantes entre el 18% y el 20% sobre la totalidad de usuarios muertos por año, los indicadores de nuestra comunidad se movían entre el 30% y el 40%. Aún en el tiempo que corre, aunque esos indicadores hayan disminuido considerablemente, la hegemonía gallega en esta singularidad de la circulación sigue siendo rotunda. Hay factores que favorecen esta proclividad gallega que se vuelve contra la fragilidad del hombre que camina. Y dicho esto, llegamos al mensaje pertinente. Frente a la desidia que está en la raíz de innumerables atropellos recordemos que es obligatorio el uso de elementos reflectantes adheridos o añadidos a la vestimenta del caminante cuando transita fuera del poblado entre el ocaso y la salida del sol o en condiciones meteorológicas o ambientales que disminuyan la visibilidad. Estamos en la certeza de que la fidelidad a este precepto habría evitado un buen número de muertes violentas. ¿Hasta cuándo tanta negligencia ante la faz agresiva del tráfico?