El Belén, por fin

LUGO CIUDAD

MEDIO FERRADO

16 ene 2005 . Actualizado a las 06:00 h.

LA NAVIDAD ha dicho adiós; las luces desaparecieron hace una semana, o la misma noche del 5 en los centros comerciales, apurados por anunciar las rebajas; el repunte de colesterol comienza a ceder, tras las primeras sesiones de gimnasio o de andamio. Pero el Belén... En las casas con niños y con Belén, que son muchas más que las casas devotas, siempre hay prisa por ponerlo y oposición a guardarlo, así que dura un mes, de mediados de diciembre a mediados de enero. Hay belenes con rezos y belenes de Playmobil para que los niños se expandan a gusto en ese vallecito poblado que antes era más de mirar y no tocar que ahora. Está claro que a los niños les gusta, pero también a los mayores, sea por tradición navideña o por la tentación de ese sueño que es la ordenación del territorio, aunque sea encima de un aparador. Mirad la colocación de las casitas de corcho, del río de papel de plata, del camino de serrín y sabréis si el papá de la casa tiene dotes para el urbanismo. Muchos alcaldes de hoy debieron ser en su día niños aficionados a mover las piezas del Nacimiento. Algunos han evolucionado poco: hay un «paseo fluvial» en un lindo pueblo de Lugo que a lo que más se parece es a un sendero de pan rallado espolvoreado por encima del musgo; eso sí, con su buen ciento de farolas «de diseño». Los alcaldes, en su mayoría reacios a recibir enseñanza de ordenación territorial, ¿no se animarían con un cursillo de belenistas?